Actualizado a 21 de noviembre de 2024

El Reino de Pamplona-Navarra

Grandes crónicas de Francia (1380-1400)

También el rey Sancho III mereció disfrutar largo tiempo y con felicidad de la compañía de sus hijos, a los que en vida, con gran benignidad, repartió entre ellos sus reinos. A su primogénito García lo puso al frente de los pamploneses; a Fernando, el preferido de su padre le encargó el gobierno de la bélica Castilla; a Ramiro, que había nacido de concubina, le dio Aragón, que era el reino más alejado de todos sus territorios, sin duda para que ante los ojos de los otros hermanos, el ser desigual en el linaje materno, no fuera igual en la herencia de sus estados. Entonces, unos asesinos, parientes suyos, mataron al infante García, pues este era merecedor de tal venganza. Seguidamente, Sancho III se llevó consigo a la infanta Sancha, a la cual devuelve a Castilla, intenta casarla con su hijo primogénito Ramiro, el que había nacido de una noble señora de Ayvar, pero los castellanos se oponen con toda razón. La infanta Sancha, tres años más tarde, y con el beneplácito de su hermano Vermudo, cuando ya tenía 18 años, casó con el infante Fernando, hijo menor de Sancho III, nacido de su matrimonio con Urraca. Vermudo entregó a Fernando el condado de Castilla [...] El rey Sancho III tuvo una larga vejez, y cuando su hijo, el rey García hubo regresado de la ciudad de Roma, murió a consecuencia de una enfermedad en el año 1073. Su hijo Fernando lo enterró, con todos los honores que le eran debidos, en el monasterio de Oña. Crónica Najerense.

Mapas de Navarra durante los siglos XI, XII y XIV.

En el nombre de Dios, amén. Ésta es la carta de autoridad y confirmación que yo Sancho, por la gracia de Dios, rey de Navarra, hago a todos los hombres, mayores y menores, presentes y futuros, que pueblan y, en adelante, poblarán San Sebastián. Me place otorgaros a vosotros y vuestros sucesores estos buenos fueros y costumbres. Que no vayan en hueste ni cabalgada. Que los pobladores de San Sebastián que llegaren por mar o por tierra a la villa con su mercancía, no den lezda ni allí ni en toda mi tierra. Que las naves propias de San Sebastián sean francas y exentas y no den portazgo ni lezda. Pero las naves extrañas den lezda: por cada nave diez sueldos de mi moneda; y por cada fardo que fuere sacado de la nave, doce dineros de arribada además de su lezda, pero una tercera parte menos de lo que daría por fuero en Pamplona. El vecino de fuera de la villa pague por cada carga de peces, por cada carga de cera, por carga de cobre, de estaño, de plomo, de cueros. Los pobladores de San Sebastián que quieran hacer hornos, baños y molinos, los pueden hacer libremente sin que el rey pueda demandarles censo alguno. Y además tengan siempre y en todo mi realengo los pastos, bosques y aguas con los mismos derechos que los hombres que viven en el entorno. Dondequiera que los pobladores de San Sebastián compraren una heredad o la habitaren en el término de San Sebastián o fuera, ténganla libre y exenta sin ninguna prohibición ni gravamen. Y si la tuvieren sin reclamación alguna por un año y un día, pasado este plazo, quien se la reclamare pague al rey multa de sesenta sueldos y al poblador confírmesele la heredad. Si algún poblador fornicara con alguna mujer con voluntad de ésta, no pague multa a no ser que aquélla estuviera casada. Pero si el poblador la forzare, compénsela o tómela por esposa. Si uno matare a otro, indemnice a su familia con quinientos sueldos. Si lo golpease con el puño o lo agarrare por los cabellos, pague sesenta sueldos. Y si lo derribara al suelo abone ciento cincuenta. Ningún hombre de San Sebastián vaya a juicio a ningún lugar fuera de la villa. Y los hombres de fuera de la villa, desde el momento que estén dentro de San Sebastián, no se deben golpear ni tomar armas afiladas por malevolencia que tengan contra otro. Si las tomaren, paguen mil sueldos. Y si todos los pobladores se levantaren y mataren a aquel que haya golpeado al otro, no se imponga multa por ello. Fuero de San Sebastián concedido por el rey Sancho VI el Sabio de Navarra (1180).

Escudos dinastías navarras

Después de esto, el noble rey Alfonso, queriendo vengar las injurias del rey de Navarra, congregó con su fiel amigo, el rey de Aragón, un ejército contra Navarra y obtuvieron el  Roncal y Aybar, que tocaron al rey de Aragón. Obtuvieron también Insura y Miranda [de Arga], que quedaron en poder del noble rey. Y así ambos reyes, realizadas algunas  devastaciones, volvieron a sus tierras. De nuevo, sin embargo, el rey de Castilla, Alfonso el Noble, empezó a invadir Ibida [Condado de Treviño] y Álava y combatió durante un largo asedio Vitoria. Mientras tanto, Sancho, rey de Navarra, fuerte y vigoroso, estrenuo en las armas, pero obstinado en sus propósitos, abandonando el reino a su suerte, se marchó a tierras árabes con pocos magnates, compañeros de emigración, y, viviendo entre ellos durante algún tiempo, esperó la vuelta de emisarios que había enviado al Miramamolín ultramarino. Y habiendo estos traído dinero y regalos al rey, sin embargo, desviado de su causa, continuó recorriendo las ciudades de los árabes, morando en su tierra. Al mismo tiempo, los sitiados de Vitoria, fatigados por las luchas y trabajos y extenuados por la falta de víveres, vinieron a situación de tener que entregarse. El venerable García, obispo de Pamplona, cuidando generosamente de su libertad, como comprendiese el peligro del hambre, se fue apresuradamente al rey Sancho, en tierra de los árabes, con uno de los sitiados, y expuesta la realidad de las cosas, obtuvo del rey que se entregase Vitoria al de Castilla. Volvió en el tiempo marcado con aquel caballero que habían enviado los sitiados de Vitoria y expuso la orden de Sancho de que se entregase la ciudad y el castillo. Obtuvo de este modo el noble rey Alfonso, Vitoria, Ibida, Álava y Guipúzcoa con sus plazas y castillos, excepto Treviño [castillo], que en trueque de Inzura le fue después dado. Dio también del mismo modo Miranda [de Arga] por Portilla. Adquirió San Sebastián, Fuenterrabía, Beloaga [valle de Oyarzun], Zaitegui, Aizcorroz [Arlabán], Arlucea, Arzorocia, Vitoria la Vieja [Vitoriano], Marañón, Ausa [Elosua], Ataun, Irurita y San Vicente [de Arana]. Ciertamente, el rey de Navarra volvió cargado de regalos del agareno, pero despojado de todo lo dicho y del honor. R. XIMÉNEZ DE RADA (El Toledano), Rerum in Hispania Gestarum o De rebus Hispaniae, Lib. VII, cap. XXXIII.


Numismática navarra, por M. Ibáñez, y "Monedas del Emirato y Navarra" de Numischannel.
Audiovisuales "Breve historia de Navarra" por Academia Play, y "La conquista de Navarra" por DHF History.
Podcast "El origen de Navarrapor Antena Historia e "Íñigo Arista y su linaje" por Medievalia.
FUENTES: MONREAL, G. y JIMENO, R. (2008): Textos histórico-jurídicos navarros I, en Navarra.es, NabarraldeUniversidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, y GARCÍA DE CORTÁZAR, F. (2005): Atlas de Historia de España.