Bienvenidos al curso 2025-26 - Actualizado a 15 de septiembre de 2025
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Las actividades industriales


La evolución seguida por la producción industrial en España desde el inicio de la transición política y económica en 1975 no permite, pese a las optimistas declaraciones de los últimos tiempos, una conclusión demasiado favorable, tanto si se relaciona con el fuerte crecimiento de los quince años anteriores, como si se compara con lo ocurrido en otros países del entorno.
Según datos de la OCDE, la producción industrial en valores constantes creció un 58 % entre 1975 y 1998, lo que no solo se sitúa muy por debajo del promedio de esa organización (86 %), sino, incluso, de la OCDE-Europa (63 %) y de los restantes países del suroeste europeo (Portugal, 126 %; Italia, 63 %), con la sola excepción de Francia (44 %). Ese moderado aumento del valor añadido se consiguió mediante una intensa renovación de los procesos, que permitió elevar de forma sustancial la productividad del trabajo a costa de eliminar casi un millón de empleos, equivalentes a la cuarta parte de los contabilizados al inicio del período. En cualquier caso, la producción industrial por habitante continúa situada en el 65 % de la Unión Europea en 1997, cuando esa proporción supera el 75 % para el conjunto de la economía, lo que es un síntoma de su debilidad relativa.
La sucesión de fases expansivas (1985-89 y 1994-98) y de recesión, que han favorecido diagnósticos muy diversos a lo largo del tiempo, no impide un balance final relativamente desfavorable respecto a los impactos del rápido proceso de apertura exterior e integración en los mercados internacionales, que supuso una brusca ruptura con el tradicional proteccionismo anterior.
Algunas de las deficiencias estructurales del tejido industrial español (elevada proporción de microempresas poco capitalizadas y escasez de grupos de cierta dimensión limitado esfuerzo tecnológico, excesiva importancia de los sectores maduros intensivos en trabajo/energía, debilidad de la industria de bienes de equipo...), junto a una progresiva reducción en el diferencial de costes salariales en relación a otros países europeos y la escasa tradición asociativa del empresariado, son algunos de los principales factores explicativos. MENDEZ, R. y MECHA, R. (2001): "Transformaciones de la industria española en el contexto de la globalización", en Anales de Geografía de la Universidad Complutense, n.° 21.

"Sector secundario en España" de Yucaan.

Más allá de los simples indicadores cuantitativos que reflejan la evolución de los últimos anos, el impacto de la globalización ha provocado una verdadera mutación interna que, en primer lugar, ha afectado a la anterior jerarquía existente entre las diversas ramas industriales. Se contraponen así las que debieron enfrentarse a una estabilización del mercado interno y/o una pérdida de competitividad exterior que obligó a una profunda reconversión destinada a reducir capacidad productiva y empleo en contraste con aquellas otras más dinámicas, que se beneficiaron de un aumento constante de la demanda y/o la conquista de nuevos mercados en el exterior. La idea del ciclo de vida, que relaciona el dinamismo sectorial con la fase de evolución tecnológica alcanzada, resultó una metáfora habitual para aludir al diverso comportamiento de sectores tradicionales o maduros y sectores jóvenes, pero su adaptación a las tendencias observables en España resulta solo parcial.
Así, respecto a la evolución seguida por el valor añadido de la producción y el empleo entre 1980 Y 1995 el mejor comportamiento lo registró el sector de electrónica e informática, que creció un 231,5 y 55,8% respectivamente, si bien a partir de cifras muy modestas, razón por la que solo representa aún el 1,6 % de la producción final de la industria española. Comportamiento también favorable desde la perspectiva del valor añadido tuvieron otros sectores considerados de demanda fuerte y alta complejidad tecnológica como el material eléctrico (+83,9 %) y la química (+68,3 %), a las que se sumó la fabricación de automóviles (+85,0 %), si bien en todos los casos la mejora de productividad redujo levemente el número de ocupados.
Por el contrario, las mayores pérdidas de empleo y un leve retroceso en el valor de la producción afectaron a sectores tradicionales sometidos a la penetración de competidores (sobre todo asiáticos) en el mercado español y dificultades para elevar su cuota de exportación, como el textil-confección, la madera y el mueble, los artículos de piel y el calzado, o la extracción y primera transformación de minerales metálicos. Los procesos de reconversión iniciados con la década de los años ochenta permitieron la concesión de importantes ayudas publicas en el caso de las grandes empresas, en particular las del sector público, mientras las PYMEs debieron enfrentar el ajuste a partir de sus propios recursos y capacidades, registrando una alta tasa de mortalidad y una creciente precarización del empleo. En cambio, otros sectores de baja complejidad tecnológica como los de alimentación y bebidas, o papel, artes gráficas y edición, mostraron una evolución bastante más favorable, apoyada en el constante crecimiento de la demanda interna y la incorporación de notables innovaciones en sus procesos y productos, que acompañó una progresiva concentración empresarial. MENDEZ, R. y MECHA, R. (2001): "Transformaciones de la industria española en el contexto de la globalización", en Anales de Geografía de la Universidad Complutense, nº. 21.

En el contexto del sistema urbano español, la industria se caracterizó durante décadas por una polarización espacial creciente a favor de las grandes ciudades, debido al conjunto de externalidades asociadas al propio tamaño de la aglomeración, junto a la concentración de capital humano cualificado, servicios avanzados e infraestructuras de calidad, generadores de ventajas competitivas dinámicas. El proceso de crecimiento metropolitano supuso el inicio de su difusión hacia núcleos de menor dimensión, pero situados en el entorno de esas grandes urbes y bien comunicados con ellas, dando así origen a la formación de ejes de desarrollo. No obstante, la crisis del modelo productivo fordista, hace ya tres décadas pareció señalar un punto de inflexión en esa trayectoria, al intensificarse los procesos de declive en algunos sectores de larga tradición en determinadas ciudades, la deslocalización total o parcial de empresas en dirección a territorios periféricos de menores costes y la emergencia de sistemas productivos especializados en algunas pequeñas ciudades y núcleos rurales. [...]
Los datos de la Seguridad Social sobre trabajadores afiliados a la industria muestran que tales tendencias desconcentradoras se mantienen en la década actual para el conjunto del sistema urbano, al menos si se considera la distribución de los establecimientos y del empleo industrial. El fenómeno puede analizarse en dos escalas de análisis complementarias. Si se toma como unidad de análisis a la provincia, mientras en el año 2000 las cinco con mayor volumen de empleo (Barcelona, Madrid, Valencia, Alicante y Vizcaya) concentraban el 45,2 1 % de los trabajadores industriales en España, esa proporción se redujo al 41,89 % en tan solo seis años, registrándose tasas negativas en todas ellas, que oscilaron entre el 12,53% en el caso de Barcelona y el 2,49 % en el de Vizcaya. Por el contrario, de las trece provincias que en ese periodo aumentaron en más de un 10 % su nivel de ocupación industrial, tan solo Murcia, Tarragona y Pontevedra se encuentran entre las 20 con mayor volumen absoluto de empleo. La disminución del índice de concentración de Gini desde un valor de 0,563 en el año 2000 a 0,536 en el año 2006, resume esa tendencia hacia formas de industrialización más difusas en el territorio, al menos con el tipo de información hoy disponible a escala local. Si, en cambio, se toman como unidad espacial los municipios, y estos se agrupan según su tamaño poblacional, resulta evidente que, junto a los procesos de difusión espacial de la industria a partir de las principales ciudades por criterios de contigüidad y accesibilidad (ejes y coronas), se acentúa también la difusión jerárquica en el interior del sistema urbano.
Las grandes ciudades (>250.000 habitantes) reúnen casi una cuarta parte de la población española en 2006 (23,51 %) y una proporción superior del total de empresas (26,54 %) y trabajadores (30,62 %). Pero su importancia como asiento de la industria resulta ya bastante inferior, pues tan solo representan el 16,32 % de las empresas y el 18,25 % del total de trabajadores en España, lo que se traduce en una proporción de apenas 8,34 por cada 100 ocupados en esas ciudades (España = 13,98 %). MENDEZ, R., SÁNCHEZ MORAL, S., ABAD, L.D., y GARCÍA BALESTENA, I. (2008): "Dinámicas industriales, innovación y sistema urbano en España: trayectorias de las ciudades intermedias", en Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, nº. 46.

Las ciudades de tradición industrial sujetas a procesos de reestructuración y ajuste de su base productiva no siempre siguen estrategias similares de adaptación al nuevo escenario socioeconómico. Los ejemplos de Avilés y Ponferrada son elocuentes de las distintas opciones urbanas en los procesos de cambio funcional y, más específicamente, en la gestión y reutilización del patrimonio industrial y los suelos industriales obsoletos y abandonados.
Avilés demuestra, a lo largo de un proceso de casi dos décadas, capacidad para superar la crisis y reinventarse a sí misma mediante acciones y proyectos que generan una imagen moderna y dinámica, a la vez que construyen los paisajes del siglo XXI en clave de renovación urbana y sobre la base de nuevas funciones productivas que incluyen la cultura y el patrimonio industrial como valor añadido. En el obsoleto escenario siderúrgico está tomando forma un paisaje urbano de nuevo cuño con una interesante combinación de vieja y nueva industria; usos culturales y recreativos, y arterias urbanas rejuvenecidas. En suma, una verdadera metamorfosis urbana.
Ponferrada siguió una trayectoria diferente: en su quehacer institucional permanece ausente una estrategia dirigida al reaprovechamiento de su pasado industrial, La herencia de la ciudad no es vista como una oportunidad para su relanzamiento; bien al contrario, se considera una pieza más en la producción de la ciudad, sostén de nuevos espacios residenciales sometidos al mercado inmobiliario, generando grandes beneficios a diferentes actores socioeconómicos (Ayuntamiento, constructores, gran distribución comercial, cadenas hoteleras). No existe una visión política coherente sobre lo que debe ser la ciudad, únicamente hay adaptación, más o menos interesada, a una nueva base económica crecientemente terciarizada; y, por supuesto, escapando de cualquier iniciativa de crear imagen. Ponferrada, antes una ciudad netamente industrial, pierde personalidad y se asemeja a tantas otras urbes que ven en la producción de suelo residencial y la venta de viviendas un sostén básico de su economía. BENITO DEL POZO, P. y LÓPEZ GONZÁLEZ, A. (2008): "Patrimonio industrial y nuevas perspectivas funcionales para las ciudades en reestructuración", en Estudios Geográficos, t. LXIX, nº. 264.

"Ferrari vs Lamborghini" de Carwow.

Podcast

Demografía

El fenómeno conocido como «baby-boom» y generalizado en muchos países europeos tras la II Guerra Mundial, además de EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda y otros países que no participaron en esa contienda bélica, también afectó a España, aunque lleva unos diez años de retraso y es de menor entidad. Este momento histórico, compartido por muchos países y territorios, se caracterizó por un fuerte aumento de la fecundidad. Entre 1957-1977, periodo aproximado que podría ser considerado como los años del «baby-boom» español, nacieron casi 14 millones de niños (una media anual por encima de los 640.000 nacimientos), 4,5 millones más que en los veinte años siguientes y 2,5 más que en los veinte años anteriores. Esas generaciones representan actualmente un tercio de toda la población de España. [...]
Un rápido descenso de la mortalidad infantil, incluso en años previos a este fenómeno, dio mayor supervivencia a unas generaciones ya abultadas por la histórica alta fecundidad española. Una mortalidad decreciente en el resto de edades, en especial en torno a los 70-80 años, incrementa notablemente el número de personas de edad y su longevidad. La tasa de fecundidad ha descendido muy rápidamente, tras los 20 años de «baby boom», una de las más bajas del mundo, con lo que el peso demográfico de los mayores de esta generación se ha mantenido en el conjunto.
Se ha llamado la atención sobre los efectos de la llegada de generaciones del «baby boom» a la edad de jubilación, hacia la tercera década del siglo (2020). El efecto de estas será tan importante como lo fue su paso por el sistema educativo, con déficit de equipamientos y dotaciones escolares, con la imposibilidad de reducir el tamaño de los cursos en unos casos o dividiéndolos en condiciones precarias en Institutos y Universidades. También sufrió, esa generación especial, la entrada en el mercado de trabajo; los nacidos en los sesenta estaban en edad de trabajar en los ochenta, por lo que muchas personas se dispusieron en un mismo momento a buscar trabajo. Esto se tradujo en problemas y tensiones en el mercado laboral, que, finalmente, condujeron a una precarización del empleo. con la erosión del trabajo fijo, la masiva extensión del trabajo temporal y los contratos basura, problemas que en la actualidad siguen siendo parte del debate social.
Pues bien, esas cohortes crecidas tendrán una presión importante sobre los sistemas de protección social y también tendrán una presión importante sobre los programas requeridos para cuando esa población ya haya envejecido. El aviso de estos efectos ofrece una oportunidad a los responsables de las políticas sociales para preparar el envejecimiento de los componentes de esas cohortes. DEL BARRIO TRUCHADO, E. y ABELLAN GARCÍA, A. (2006): "Indicadores demográficos", en Las personas mayores en España. Informe 2006.

"Población de España" por Yucaan.

En los últimos treinta años la población de más de 65 años se ha duplicado aumentando en 3,6 millones. Mientras que la población española ha crecido en ese periodo con una tasa anual de 0,63 por ciento, los mayores de sesenta y cinco años lo han hecho con un ritmo cuatro veces mayor. Pero el proceso es aún más dinámico si lo referimos al grupo de los más longevos. El ritmo de crecimiento de los mayores de 85 años es seis veces mayor que el del conjunto de la población española. De los quinientos mil habitantes que había en 1970 se ha pasado a casi un millón seiscientos.
Al analizar el proceso de envejecimiento, además de medir los cambios de cantidades, habría que esforzarse en revisar los conceptos. Por ejemplo, un español de 65 años en el 2003 presenta notables diferencias (biológicas, psicológicas, sociales, económicas...) con un individuo de esa misma edad en la España de 1950 y, previsiblemente, aún será menos equiparable a un sexagenario de 2050.
Obviamente, una precisión necesaria será establecer las edades que delimitan el grupo de personas mayores y de los otros grupos de edad con los que se establecen comparaciones. Los agrupamientos al uso (jóvenes (0-14), adultos (15-64) y viejos (65 y más)], [...] son obviamente insuficientes, porque, si ya no sirven, por simples e inadecuados, para reflejar la realidad actual, mucho menos valdrán para realizar valoraciones [...] del futuro.
Pasar por alto alguna de estas obviedades, como se hace con frecuencia, conduce inevitablemente a valoraciones del proceso de envejecimiento de la población, cuando menos, incorrectas. [...] En relación con las miradas hacia las alarmantes consecuencias futuras del proceso de envejecimiento no es suficiente con las simples extrapolaciones y es imprescindible valorar los nuevos modelos demográficos dentro de un contexto muy diferente al actual.
Para valorar la capacidad de reemplazo de una generación hay que tener en cuenta, además de la población en edad de trabajar, las tasas de actividad. Por lo que se refiere a la edad de trabajar hay que pensar, cosa que no se hace en muchas de las valoraciones al uso, que sus limites cambian con el tiempo. Tanto la edad de incorporación como la de abandono de la actividad habrán de cambiar mucho en el futuro, como lo han hecho en el pasado y, simplemente, moviendo estos límites de edad, se puede modificar sustancialmente la capacidad de reemplazo.
Hablando de la tasa de actividad, que también suele pasarse por alto, solo recordar que aplicando la tasa actual de actividad femenina de la UE a la población española se añadirían al mercado de trabajo más de millón y medio de mujeres activas. Al preocuparse por la disminución de la relación trabajador-pensionista debida al envejecimiento de la estructura demográfica, se echan en falta reflexiones sobre la causa de las bajas tasas de actividad femenina y sus perspectivas de futuro, necesariamente al alza. VINUESA, J. (2004): "Análisis del envejecimiento demográfico", Encuentros multidisciplinares, vol.6, n.º16.

Pirámides de población de España (1995, 2021 y 2060)

Hasta mediados de la década de 1980 la presencia de extranjeros en España fue poco relevante. En 1975 su número era de 165.000 y representaban el 0,4% de la población total del país. De ellos, unos 103.000 llegaban de Europa. Eran jubilados, profesionales y técnicos vinculados a empresas y actividades del sector terciario. Procedían sobre todo de Gran Bretaña, Alemania y Francia; además se daba una pequeña inmigración de trabajadores poco cualificados desde Portugal. De América provenían cerca de 50.000; los países de mayor afluencia eran Estados Unidos, Cuba, Venezuela, Argentina y Chile. Los que llegaban de Asia y de África representaban cantidades pequeñas, unos 9.000 en el primer caso y 3.300 en el segundo. Sin embargo, en treinta años esa presencia se ha incrementado de manera exponencial, a la vez que se han producido cambios significativos en sus características y procedencia. De acuerdo con los últimos datos oficiales del padrón municipal de junio de 2005, en esta fecha había 4.229.113 inmigrantes que representaban el 9,5% de una población que entonces alcanzaba los 44 millones de habitantes. De 2000 a 2005 la inmigración ha aumentado un promedio de medio millón de personas por año. Si esta tendencia se mantiene, el volumen de población residente en España en el 2010 superará los siete millones de personas, lo que podría suponer en torno al 16% de la población.
Las causas que motivan esta inmigración son diferentes si se tiene en cuenta el lugar de origen. Para los inmigrantes de la Europa comunitaria no existen factores de expulsión en sus países, ya que las condiciones de vida son superiores o similares a las de España. Por otra parte, siguen presentando el mismo perfil que hace tres décadas. Los procedentes de la Europa del Este abandonan sus países empujados por el desempleo y la precariedad de los salarios. Al pertenecer a los sectores de población con menos recursos, han quedado desprotegidos en el tránsito de la sociedad comunista a la capitalista tras la caída del muro de Berlín. En los restantes casos de inmigrantes extracomunitarios, los desajustes entre población y recursos disponibles constituyen los mecanismos principales de expulsión. Pero no solo esto, el desarrollo y la opulencia de los países ricos que los habitantes del Tercer Mundo contemplan en las imágenes que les transmite la televisión, actúan como fuertes incentivos para buscar en ellos unas mejores condiciones de vida. Una situación que se acentúa en los países del continente africano, sometidos a altas tasas de natalidad, niveles muy elevados de pobreza, terribles hambrunas, cruentas guerras y factores climáticos y naturales adversos como las sequías o plagas de langosta. Estos elementos negativos, unidos a una falta total de expectativas de todo tipo, lanzan a los jóvenes africanos a un peligroso viaje que tiene como horizonte el falso paraíso de los países del Norte. El problema está en la forma de llegar porque, en el caso de España, lo cierto es que una gran parte de los inmigrantes que vienen lo hacen por una vía irregular, fenómeno tan patente que, entre 1985 y 2005, el gobierno ha regularizado en cinco ocasiones a una buena parte de los inmigrantes ilegales. ALTED, A. (2006): "España, de país emigrante a país de inmigración", en De la España que emigra a la España que acoge.

"Gráfica de evolución histórica población europea 400 a.C. - 2024" de Gozhda.

Las previsiones andan de riña con la realidad desde que estalló la crisis. La velocidad del deterioro económico deja atrás cualquier estimación, oficial o privada. Parte del brutal ajuste del mercado laboral español en los últimos meses también ha escapado al radar de los expertos. Y los últimos datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), como la evolución de la población activa, vuelven a cuestionar los pronósticos. Singularmente, el del Gobierno. El vertiginoso aumento de la tasa de paro es reflejo de una tensión poco corriente. Desde el inicio de la democracia, nunca se perdieron tantos puestos de trabajo como en el último trimestre de 2008, un síntoma de que la recesión coge cuerpo a marchas forzadas. Pero, al mismo tiempo, nunca tanta gente había dicho a los encuestadores del INE que tiene empleo o lo busca. En el último trimestre de 2008, la proporción de activos entre los mayores de 16 años superó por primera vez el 60%. Y el volumen total de la población activa, los 23 millones de personas.
El crecimiento de la población activa cuando la economía se contrae no es un fenómeno extraño en el arranque de una crisis, pero sí su persistencia. Hasta el punto de desbaratar la estimación del Gobierno sobre lo que ocurrió en 2008. El Ministerio de Economía sostuvo hace una semana que la tasa de paro media del año pasado era del 11,1%. Lo hizo cuando conocía lo que pasó en los tres primeros trimestres y cuando contaba con muchos datos sobre la evolución económica entre octubre y diciembre. Y, aun así, erró: la tasa de paro fue superior a lo previsto en el cuarto trimestre y el promedio de 2008 llegó al 11,3%. El Gobierno sí acertó al cuantificar la destrucción de empleo, estrechamente ligada al retroceso del PIB.
Pero la población activa sobrepasó los vaticinios del Ministerio. Anticipar cuántas personas van a buscar trabajo de forma activa es ahora clave en cualquier previsión sobre el mercado laboral. Y la falta de precedentes sobre algunos fenómenos (inmigración, incorporación de la mujer) convierte ese cálculo en una tirada de dados.
La crisis desata dos fenómenos de signo contrario: hay personas que quieren trabajar, pero dejan de buscar empleo ante la falta de oportunidades. En otros hogares, sin embargo, al pasar al paro uno de sus integrantes, hay familiares que se ponen a buscar trabajo. En el cuarto trimestre de 2008, el efecto desánimo se intuye entre los jóvenes españoles (hay 50.000 activos menos respecto al mismo periodo de 2007). El efecto del trabajador añadido se percibe en el fenomenal incremento de la población activa femenina (buscan trabajo medio millón de mujeres más), que explica más del 70% del repunte de la población activa total. El alza de los hogares (385.000 familias más, casi el doble) con todos sus miembros en paro es paralelo a la necesidad creciente de encontrar trabajo. En cuanto a la inmigración, las cifras son concluyentes: la incorporación al mercado laboral español sigue al alza, pese a la crisis y las medidas restrictivas. BOLAÑOS, A. (2009): "La fortaleza de la población activa desafía las previsiones de Solbes", en El País, 24 de enero.

Mapa densidad poblacional España

Bases de datos de pirámides población de Estado Español y las comunidades autónomas, por Instituto Nacional de Estadística e Instituto Nacional de Salud; y de países del Mundo por PopulationPyramid.net y Datosmacro.
Guion para el comentario de una pirámide de población [2ºBach].
Entrada complementaria "España, un país de migrantes".
PBL "Árbol genealógico familiar" [3ºESO y 2ºBach].
- Requisitos mínimos: hasta bisabuelos; nombre completo con 2 apellidos; fecha y lugar de nacimiento y defunción (en su caso); y ocupación laboral principal.
- Soporte: papel (véase plantillas) o digital (canva, word, lucidchart, adobe, creately, My family tree, family echo o genially).
PRÁCTICAPartes del DNI de España [3ºESO, FOPP y 2ºBach].
FUENTES: El orden mundial e INE.

Hidrografía

"Meando del Melero" en el río Ladrillar (Cáceres-Salamanca).

Con un cauce de 930 km de longitud, el Ebro es el mayor río mediterráneo de la Península Ibérica y su cuenca vertiente de 85.000 km² es la sexta en superficie de toda la cuenca mediterránea [...], destacando por su importancia ambiental y territorial, por su riqueza como ecosistema y por su papel en la configuración de un eje socioeconómico y cultural de primer orden. A lo largo de todo su curso medio desarrolla un cauce meandriforme de pendiente muy baja. Los meandros son encajados y muy sinuosos entre Haro y Logroño y aguas abajo de La Zaida. Entre Logroño y La Zaida, recorriendo tierras de La Rioja, Navarra y Aragón, el Ebro traza un cauce de meandros libres o divagantes de 346,5 km de longitud. Es el curso fluvial de estas características más largo de la Península, constituyendo uno de los ejemplos de cauce dinámico más valiosos de Europa. La anchura media de su extensa llanura de inundación es de 3,2 km, llegando a alcanzar una anchura máxima de 6 km. El índice de sinuosidad medio es de 1,505 y la pendiente media del cauce es notablemente baja: 0,67 m/km.
Este «Ebro de meandros libres ha vivido una dinámica fluvial muy activa, con continuos cambios de trazado, migraciones y cortas de meandros. Aunque esta dinámica de gran valor geoecológico ha quedado prácticamente eliminada desde los años ochenta del siglo XX, los procesos de erosión mantienen en algunos puntos cierta actividad. El río sigue movilizando materiales, manteniendo algunas barras de gravas dinámicas.
Los bosques de ribera del Ebro perviven en orillas convexas e islas en el centro del cauce. Hoy cubren solo el 4,5% de la superficie de la llanura de inundación, y se limitan por término medio al 40% de la extensión que ocupaban en 1950. Esta reducción drástica se ha debido a intervenciones antrópicas con el fin de ganar terreno para el cultivo. Los sotos actuales son enclaves desconectados entre sí, jóvenes, instalados sobre terrenos renovados por el río en las crecidas de mediados del siglo XX, y han alcanzado un notable grado de madurez a causa de la reducción de las crecidas en las últimas décadas.
El régimen hidrológico del Ebro medio es pluvionival, con máximo en febrero y estiaje estival [...]. La influencia pluvial oceánica produce los notables caudales invernales, además de la mayor frecuencia de crecidas en dicha estación. A lo largo del curso fluvial se constata un lógico incremento del volumen de caudal, pero una pérdida progresiva de caudal específico, que si en Miranda y Castejón ronda los 10 km²/s, en Zaragoza se cifra en 6,6. Es muy relevante la aportación de unos 4.500 hm³ realizada por el Aragón-Arga inmediatamente aguas arriba de Castejón, que duplica el agua fluyente por el Ebro. La irregularidad interanual del Ebro medio es notable, con valores de coeficiente entre 6 y 7, coexistiendo grandes crecidas con marcados estiajes. El curso medio del Ebro es uno de los tramos de la red fluvial de la cuenca con mayor frecuencia e intensidad de crecidas. ESPEJO, F., DOMENECH, S., OLLERO, A., SANCHEZ FABRE, M. (2008): "La crecida del Ebro de 2007: procesos hidrometeorológicos y perspectivas de gestión del riesgo", Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, n.º 48.

"Hidrografía de España" por Yucaan.

Por longitud (534 km), Cuenca (22.145 km²) y aportación media (1.403 hm³ en Tous, en régimen natural), el Júcar es el primer rio alóctono de la fachada este de España y tras el Ebro (929 km, 85.997 km² y 17.967 hm³), el segundo de la vertiente mediterránea española. Nace, al igual que Tajo, Turia y Cabriel, en el gran nudo hidrográfico de Albarracín, y, con núcleo en la sierra de Tragacete, incluye en su cabecera una porción considerable de la Serranía de Cuenca, relieve cárstico de múltiples resurgencias, que en parte afluyen al Júcar. Gracias a que estas montañas medias funcionan como pantalla orográfica e interceptan corrientes atlánticas perturbadas, sus observatorios más favorecidos rondan los 1.000 mm de precipitación anual, con máximo invernal y, al menos, una cuarta parte en forma de nieve. En suma, una cabecera bien organizada y abundante, cuyo carácter pluvionival de origen atlántico, con pico de marzo, privaba, en régimen natural, hasta la desembocadura en Cullera.
A diferencia de la subcuenca anterior, el Júcar manchego, capturado por el mediterráneo en el codo de La Roda, apenas recibe tributarios, son pocos y carecen de importancia, en una llanura interminable de precipitaciones inferiores a 400 mm e irregulares, si bien el extenso acuífero de la Mancha Oriental, suplementado por derrames de los espacios aledaños, asume protagonismo de primer orden para asegurar el caudal de base del río, proporcionarle una notable regulación natural y mejorar sustancialmente su memoria hiperanual.
En el Júcar valenciano, donde la aportación del acuífero del Caroig reviste indudable importancia, se hace bien presente la componente mediterránea, particularmente a través de los diluvios tardoestivales, que han conferido justa celebridad al rio por sus colosales aluviones (4-5 de noviembre de 1864 y 20-21 de octubre de 1982, como ejemplos prototípicos). Así pues, contemplada la cuenca en su conjunto, el régimen del Júcar puede y debe ser definido como pluvionival de raigambre atlántico-mediterránea subtropical.
El ritmo natural, que, a pesar de la cuantiosa detracción de la Acequia Real del Júcar y de otras menores (Carcagente, Antella, Escalona, Sueca, Cullera), perduró hasta 1957, año de la entrada en servicio del gigantesco hiperembalse de Alarcón (1.112 hm³), ha sido profundamente modificado por el acondicionamiento hidráulico y la explotación de sus aguas subterráneas.
[...] Especial interés reviste la profunda desnaturalización, con grave daño a la regularidad, a la garantía del caudal de base y memoria hiperanual del río, por los bombeos masivos en el acuífero de la Mancha Oriental para la creación de nuevos regadíos de producción subvencionada, con poco futuro, que han pasado de 5.000 ha en 1970 a más de 100.000 en la actualidad. GIL OLCINA, A. (2006): "Regímenes natural y artificial del río Júcar", Investigaciones Geográficas, n.º 40.


[...] los valles del Tajo y del Jarama en Aranjuez forman una Y tendida de NE a SW, a unos 500 m de altitud, abierta en los terrenos terciarios. [...] Por el fondo cuaternario del valle, de una anchura aquí de 3-3,5 km, con amplias terrazas fluviales, los ríos discurren lentos, de 500 a 470 m, divagando con amplios meandros de 1-1,5 km de cuerda, aunque el Jarama aguas arriba de Titulcia se encuentra ahora desplazado al borde de la cuesta oriental. El régimen «natural» de los ríos [...] fue estudiado por Masachs en 1948, es decir, antes de las modificaciones producidas por los embalses modernos, desde los años cincuenta, en el Jarama y sus afluentes y en el Tajo, especialmente los gigantes de Entrepeñas y Buendía.
El Jarama, en Vaciamadrid, con una cuenca de 7.000 km², presentaba un módulo absoluto de 38 m³/seg y relativo de 5,44 l/km; luego, al añadirse las aguas del Tajuña alcanzaba 50 m³/seg. El Tajo, en Aranjuez, con casi 10.000 km² de cuenca, llevaba solo la mitad, 25,9 m³/seg. y módulo relativo de 2,61 km²; aguas abajo, en la Azucaica toledana, 70 m³/seg. El régimen es pluvionival con máximo en primavera y otro pico en diciembre, con gran irregularidad, con estiajes profundos y avenidas considerables.
Extensos regadíos cubren el fondo del valle gracias a los canales del Tajo, por ambas márgenes, y el del Jarama por la derecha de este río; grandes sotos ribereños se localizan sobre todo en los meandros viejos o actuales, y la masa arbórea, de cambiantes colores según las épocas del año, aumenta y se modifica en las cercanías de la ciudad con los jardines y largas calles» orladas de plátanos de sombra de gran corpulencia.
En este paisaje intensamente humanizado, que parece un oasis verde al descender de los secanos del contorno, se han producido, sin embargo, notables variaciones en los ríos; son las habituales en los cursos de llanura con traslación o exageración de los meandros, en unos casos, o corte de ellos y regularización en otros, con alternancias según los tramos y las épocas. Menos amplitud tiene la formación de difluencias y pequeñas islas arenosas de 100 a 500 m de longitud que apuntarían hacia una forma braided o trenzada.
Esos cambios se atestiguan desde el siglo XVIII, algunos son del XVI y se vislumbran otros anteriores de fecha desconocida, los más viejos se habrán borrado con el laboreo, intensivo y extendido por el valle con el regadío desde el siglo XVI. Las modificaciones en las últimas centurias se han producido a pesar de las obras de riego; las del Tajo en el XVI e iniciadas también las del Jarama, prolongadas ambas hasta nuestros días. Las presas correspondientes, Valdajos y El Embocador en el Tajo (aun las iniciales), y del Rey en el Jarama, son bajas, solamente de derivación y vertedero: no pueden contener ni laminar avenidas; los canales, únicamente una pequeña parte. Distinta será la acción de los embalses modernos aguas arriba, aunque tampoco eviten el efecto, más abajo, de aguaceros copiosos comarcales o aun locales, con escorrentía muy rápida en las peladas cuestas y los arroyos, incluso produciendo inundaciones en la ciudad misma, como ha sucedido en diversas ocasiones [...]. LOPEZ GOMEZ, A. (1994): "Variaciones en el curso del Tajo y el Jarama en Aranjuez desde el siglo XVI", Estudios Geográficos, t. LV, n.º 216.

Infografías sobre el consumo de agua, por Fundación Aquae.

La presencia de especies invasoras se considera en la actualidad la principal amenaza para la conservación de la biodiversidad del planeta. Entre los 10 invasores más peligrosos, según la UICN, se encuentra el mejillón cebra. El mejillón cebra, llamado científicamente Dreissena polymorpha, es una especie descrita por Pallas en 1771 y originaria de las aguas del mar Negro y Caspio, aguas en las que se encuentra en equilibrio ecológico. A partir del siglo XIX se extendió por Europa con la navegación fluvial de los ríos y canales de esa zona y a partir de los años ochenta del siglo XX en América del Norte con el transporte marítimo de mercancías.
Actualmente ha colonizado numerosas aguas continentales (ríos, lagos, lagunas y embalses) de América del Norte y Europa central y occidental. En la actualidad está presente en la casi totalidad de los países europeos. En España la especie fue descubierta de modo fortuito en aguas de la cuenca del Ebro en el año 2001 y desde entonces se ha ido expandiendo por toda la cuenca. Posteriormente, en 2004 se detectó también en la cuenca del Júcar. [...]
La cuenca del Ebro tiene una superficie de 85.550 km² con 347 ríos importantes y 152 embalses. En esta superficie hay territorio de 9 Comunidades Autónomas y 18 provincias. Una población de 2.767.103 habitantes vive en este espacio delimitado por la cuenca. En la parte baja del Ebro, se encuentran tres embalses casi en cadena: Mequinenza (en la provincia de Zaragoza), Ribarroja (comparte provincia de Zaragoza con Tarragona) y Flix (provincia de Tarragona). En este último, el más pequeño de los tres, se detectaron [...] las primeras poblaciones del mejillón cebra en la cuenca del Ebro en julio de 2001. Mequinenza es un embalse de 7.500 ha con 62 m de profundidad máxima, y Ribarroja tiene una superficie de 2.252 ha con 34 m de profundidad máxima. Fueron construidos en 1966 y 1969 respectivamente y ambos son explotados hidroeléctricamente por ENDESA. Las mayores poblaciones de mejillón cebra adulto encontradas por la Diputación General de Aragón han sido en este tramo del Ebro, con valores de cerca de 40.000 individuos/m², aunque se han descrito poblaciones en Flix de 250.000 individuos/m². En los Grandes Lagos en Estados Unidos se llegaron a describir poblaciones de 750.000 individuos/m². [...]
En la cuenca del Ebro, se ha considerado como vector más probable de entrada la suelta de aguas procedentes de viveros que transportan cebo vivo para la pesca del siluro (Silurus glanis), práctica muy habitual especialmente en las aguas del embalse de Ribarroja.
La interacción de diversos factores ambientales hará que la adaptación pueda llevarse a cabo o fracase. En el caso de adaptarse se puede transformar rápidamente en una temible plaga, con significativos aumentos de población en muy poco tiempo, como ha ocurrido en muchos países. DURÁN C. y otros (2007): "Mejillón cebra en aguas de la cuenca del Ebro", Ambienta. La revista del Ministerio de Medio Ambiente, n.º 72.

"¿Cómo entender los hidrogramas?" por Daniel GeoHistoria.

Pensar en glaciares es hacerlo habitualmente en lugares como la Antártida o Groenlandia, pero en la Península Ibérica también se pueden encontrar estas formaciones de hielo. Aunque tal vez no por mucho tiempo, ya que una investigación española advierte de que solo en los Pirineos pueden ser encontrados y que, además, estos desaparecerán antes de 2050 por culpa del aumento progresivo de la temperatura (0,9º desde 1890 hasta la fecha de hoy).
En el trabajo, que ha sido publicado en la revista , han participado científicos de la Universidad de Cantabria, de la Autónoma de Madrid y de Valladolid. Su labor ha consistido en realizar una síntesis del estado actual de los glaciares en Pirineos, Picos de Europa y Sierra Nevada, y para ello han observado la evolución climática desde la Pequeña Edad de Hielo (del año 1300 a 1860) hasta el período actual. Los autores recabaron datos acerca del glaciarismo actual e histórico junto con información obtenida gracias al Programa Nacional ERHIN (Estudio de Recursos Hídricos y Nivales) de las tres áreas glaciadas en la península Ibérica.
El investigador jefe del estudio y profesor en la Universidad de Cantabria, Juan José González Trueba, alerta de que «las altas montañas son espacios especialmente sensibles a los cambios climáticos y ambientales, y dentro de ellas, la evolución de los glaciares es uno de los indicadores más eficientes que evidencia el calentamiento global que estamos viviendo».
Ahora en la cordillera pirenaica solo se pueden encontrar 21 glaciares (diez en la parte española y uno más en la zona gala). La investigación demuestra que la rapidez con la que se ha producido el derretimiento ha ocasionado la desaparición de todos los glaciares pequeños y de un 50-60% de la superficie de los más grandes.
No siempre ha sido así, porque los glaciares en la Península han pasado por momentos de mejor vida, como el periodo más frío y que registró un mayor crecimiento de ellos en las altas montañas españolas entre 1645 y 1710.
Desde esa fecha y hasta principios del siglo XIX sufrieron un retroceso en los Pirineos, pero gracias a una nueva bajada de temperaturas se recuperaron. Sin embargo, desde ese periodo hasta la fecha la temperatura se ha incrementado entre 0,7º y 0,9° en las montañas del norte de España, generando con ello una seria amenaza para la supervivencia de los glaciares.
La investigación de este grupo de expertos españoles señala que en un siglo (entre 1880 y 1980) pasaron al olvido 94 glaciares ibéricos y desde la década de los 80 hasta el momento presente han desaparecido otros 17 más. Tras conocer esto, González Trueba recuerda que los glaciares son «geoindicadores del cambio climático, en un claro proceso de fusión y por tanto de desaparición». ANÓNIMO (2008): "Un estudio español advierte de que los glaciares pirenaicos desaparecerán en 50 años", Periódico El Mundo, 4 de septiembre.

"Recursos hídricos en España" por I.Buzo

SA05-T04. Las vertientes hidrográficas + conceptos [2ºBach.].
Guion para el comentario de un hidrograma [2ºBach].
Calculadora de tu huella hídrica, por Fundación Aquae.
Podcast
Juegos interactivos: Glaciarismo [2ºBach]
FUENTES: El Mundo, Instituto Geográfico Nacional y Fundación Aquae.

Biogeografía: paisajes naturales del Mundo

"Hayedo de Otzarreta" en el País Vasco.


Estas formaciones boscosas quizás sean, junto a los sabinares albares, las más originales de la Península Ibérica. En primer lugar, debido al carácter casi endémico de la especie arbórea dominante (Abies pinsapo), abeto de indudable valor biogeográfico y paisajístico. Además, la extensión de los pinsapares es muy reducida, siendo su área de distribución ibérica exclusiva de determinados puntos de la serranía de Ronda, en el extremo occidental de la cordillera Bética. A ellos podríamos unir los bosques del Rif marroquí, que constituyen masas muy semejantes.
Por otra parte, la localización de sus masas tan restringida en montañas de clima mediterráneo extraordinariamente lluviosas, junto a su fisonomía de abetal tan extraña a los bosques de la Iberia seca o su composición florística, mezcla de elementos de varias formaciones vegetales, son otras tantas características singulares del pinsapar.
Finalmente podríamos añadir su alto valor estético por el contraste que ofrecen las copas del pinsapo, de color verde muy oscuro, sobre las calizas blancas o grisáceas y peridotitas rojizas que constituyen su sustrato habitual.
A pesar de que el pinsapo no fue descrito como especie diferente del abeto común hasta 1838, evidentemente su existencia y aprovechamientos eran conocidos desde antiguo. Así, en un conteo del número de pies de cada especie arbórea de la provincia de «Jerez de la Frontera» en 1751 aparecen detallados los pinzapos nuevos, crecidos y viejos que existían en las «Villas de la Serranía de Villaluenga, Benaocaz, Grazalema y Ubrique».
[...] Se trata de un abeto robusto y elegante, con un tronco derecho y de corteza cenicienta, casi lisa en los jóvenes y gruesa y algo agrietada en los ejemplares más añosos. Las ramas principales se disponen en aparentes verticilos alrededor del eje principal y son casi horizontales, comenzando cerca de la base y decreciendo en longitud hacia el ápice, de forma que adquiere un porte cónico-piramidal, algo deprimido en los ejemplares más viejos. Sin embargo, este típico porte puede variar según los tratamientos y vicisitudes que haya sufrido.
[...] Los incendios y el sobrepastoreo han sido los mayores enemigos del pinsapo [...]. En los últimos años se han comenzado a tomar medidas de protección con desigual efectividad según la zona [...]. En el pinsapar gaditano (declarado Reserva de la Biosfera en 1977 e incluido desde 1984 en el Parque Natural de la Sierra de Grazalema) parece haberse logrado una muy aceptable protección [...]. Esperamos que estas figuras de protección pongan coto a ciertos proyectos urbanísticos, incendios provocados, sobrepastoreo, excesivo número de visitantes incontrolados, construcción de numerosas pistas o extracción de ramas y pinsapos jóvenes para su venta como árboles de navidad, actuaciones que estaban causando graves perjuicios en estas interesantísimas formaciones vegetales. COSTA M., MORLA C, y SAINZ, H. (1998): Los bosques ibéricos.

"Paisajes naturales de España y la influencia del ser humano" por Yucaan.

Desde comienzos del Pleistoceno todas las especies arbóreas que hoy existen en la península Ibérica estaban entonces presentes, incluidas algunas cuya introducción se atribuye a los romanos, como el nogal (Juglas regia), pinos, particularmente el piñonero (P. pinea), y el castaño (Castanea sativa). De ahí que todos los árboles que en la actualidad forman masas de vegetación sean autóctonos de España. Especies exóticas solo son los eucaliptos y el pino de Monterrey (P. insignis), introducidas a finales del siglo XIX (comienzos del XX con fines industriales por su rápido crecimiento, ambas como base de la producción de celulosa para la fabricación de papel y de rayón) este último casi desaparecido del mercado, (desplazado por las fibras sintéticas) y la primera también como abastecedora de apeas de las minas, en particular las del carbón, durante mucho tiempo.
Todas las especies, lo mismo las de jaez aquilónico (P. silvestris), abedul (Betula), abeto (Abies), que las mesofilas, como las hayas (Fagus sylvatica), el carballo (Quercus robur), los otros robles (Q. petrae y Q. pyrenaica), que las más termófilas y xerófilas, como las encinas (Q. ilex, Q. rotundifolia), el quejigo (Q. faginea), y los pinos negral (P pinaster), pudio o cascalvo (P. nigra salmanzi), o el carrasco (P. halepensis), asi como otras varias, encontraron refugio en España y otros países mediterráneos durante las etapas glaciares pleistocenas en ecotoposbiotopos muy protegidos. Después de la última, el Warm (10-15.000 años), iniciaron su expansión buscando las condiciones que les eran más favorables; y en el decurso del Holoceno adquirieron una distribución semejante a la que hoy presentan como masas arbóreas. Otra cuestión distinta es su cortejo florístico acompañante, presenta más dudas. Estas masas el paisaje vegetal-son, por tanto, biológicamente una herencia del Pleistoceno. De ahí que tenga su razón, como se hace en biogeografía, estudiarlas en relación con el complejo ecológico de la actualidad, más o menos estable desde hace aproximadamente entre 2.000-4.000 años. Desde luego no se van a encontrar abedulares en las llanuras manchegas, ni pinares de carrasco en la España atlántica. Pero si hay muchos de estos taxones que presentan una aparente deslocalización, y que son residuales, más que relictos, de aquellos periodos. Es el caso de los encinares de la costa cantábrica en Santander-Ribamontán al Mar- y en el País Vasco-Oroz. Gaztelu, Ondarroa, entre otros y aun en plena Montaña (Liébana). Al igual que los hayedos de la Cordillera Cen- tral-el del Puerto de la Quesera en la sierra de Riaza y el de Montejo en la de Guadarrama- o los que se encuentran en la comarca de Las Loras (Cordillera Cantábrica) a una decena de kilómetros de la cuenca sedimentaria del Duero, ya casi en el dominio ecológico de la España mediterránea (Corralejos, Paul, Escuderos). GARCIA FERNÁNDEZ, J. (2002): "La explotación de los montes y la humanización del paisaje vegetal (cuestiones de método previas)", Investigaciones Geográficas, nº 29.

Mapas de vegetación potencial y actual; y de regiones fitoclimáticas y bioclimáticas.

Al ser declarada Parque Nacional la porción más occidental de los Picos de Europa (Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, que en 1918 se convierte en el primero sobre suelo español), los valores que se advirtieron no fueron muy distintos en esencia de los que sirvieron para la creación de los parques norteamericanos. Hay, además, una similitud en el componente de afirmación nacional, ya que la declaración del Parque de Covadonga coincide con el XII centenario de la batalla con la que se inició la Reconquista.
En cualquier caso, los elementos biogeográficos fueron altamente valorados. Los hayedos y robledales de Vegabaño y el alto Dobra, el bosque de Pome, son objeto de atención junto con los caracteres específicos de su fauna salvaje. Esta, a su vez, no solo fue valorada por su mera presencia, sino también por la dificultad que ofrecía su caza. No hay que olvidar que con anterioridad a la declaración del Parque Nacional, los alcaldes lebaniegos ya habían ofrecido al rey Alfonso XIII los derechos de caza sobre una amplia porción de la montaña, creándose así el Coto Real de caza de los Picos de Europa; ni tampoco, que don Pedro Pidal se refería a estas montañas como su cazadero favorito de robezos».
Sin embargo, también es fundamental la evocación del paisaje de la Peña, el que habían dado a conocer Casiano de Prado, primero, y Labrouche y Saint-Saud después, y el que posteriormente glosara Bernaldo de Quirós (1923): "La Torre y la Canal son los elementos de los Picos de Europa, como la Loma y el Tajo los de Sierra Nevada. La Canal ha sido definida muy exactamente como la negativa o el vaciado, el huecorrelieve de la montaña, siendo, por consiguiente, una forma y un concepto mucho más amplio que el de simple barranco".
Son, de hecho, las formas de relieve, su grandiosidad, las que otorgan singularidad a este espacio, mientras que "tanto la fauna como la flora animan estas montañas calizas, participando de una armonía entre cumbres y valles, «entre peladas cresterías y los umbrosos bosques" (Delgado, 1932), de modo que los valores biogeográficos, junto con los etnográficos, históricos y culturales no hacen sino realzar la entidad de los relieves calcáreos. Es un paisaje en el que lo monumental, lo pintoresco y lo agreste constituye el valor fundamental, aunque los cinturones forestales de la montaña media atlántica proporcionen el contrapunto de verdor y feracidad. CASTAÑÓN J.C. y FROCHOSO, M. (2007): "La naturaleza del paisaje en el Parque Nacional de Picos de Europa", en La conservación del paisaje en los Parques Nacionales.

La Reserva de la Biosfera de Urdaibai se encuentra en la zona costera de la provincia de Vizcaya, y sus límites geográficos vienen determinados por la cuenca del rio Oka y otros tributarios menores que vierten sus aguas al estuario de Mundaka. Con sus 22.000 hectáreas de extensión, 22 términos municipales y 44.000 habitantes, esta área muestra el paisaje humanizado característico de los valles atlánticos de la vertiente cantábrica. El uso milenario de los recursos naturales, la ocupación humana del medio y la implantación de todo tipo de actividades económicas ha configurado un paisaje muy diverso, que ha sufrido severas transformaciones a lo largo sobre todo de las últimas centurias. Ello no obstante, Urdaibai y sus gentes han sabido mantener un equilibrio frágil entre la naturaleza, el medio rural y los asentamientos urbanos. Así, los ecosistemas que conforman su zona núcleo (Red Natura 2000) nos muestran el estuario y marismas de la ría de Mundaka, el bosque singular del encinar cantábrico y los hábitats característicos de nuestra costa (acantilados, playas, landas costeras) bajo la atenta mirada de la isla de Izaro, el cabo Matxitxako y el peñón de Orgoño. El área del estuario, asimismo, es espacio del Convenio RAMSAR desde el año 1992.
Si seguimos el viaje de las angulas ría adentro, y aceptamos que el hilo argumental de Urdaibai fluye con el agua que humedece y recorre toda la cuenca, nos adentraremos por el estuario a los angostos valles que forman este abrupto territorio. En este recorrido sinuoso observaremos los fondos de valle con sus prados de siega, pastizales y huertas junto a los numerosos caseríos. Los ríos nos permitirán empezar a auparnos hacia las laderas cada vez más pronunciadas que forman una vasta red fluvial, que también ha sido incluida en su totalidad en la Red Natuга 2000. Рего а partir de este punto, en las laderas de colinas y montes, las plantaciones forestales señorean sin pudor todo el espacio. Por ello, tendremos que alcanzar las estribaciones del monte Oiz y las cumbres del monte Sollube para disfrutar de los espacios amplios que se mantienen desde tiempo inmemorial como pastos de montaña. Desde estas atalayas perfectas, el amplio paisa- je nos muestra los numerosos asentamientos urbanos y rurales presentes en la cuenca. Así, las villas de Bermeo (17.000 habitantes) y de Gernika-Lumo (15.300 habitantes) concentran el grueso de la población, así como la mayoría de las actividades socioeconómicas urbanas (comercio, hostelería, servicios, turismo, industria).
Las actividades humanas en la comarca son muy variadas y, dado que Urdaibai es un hábitat humano que entro de lleno en el desarrollo industrial del pasado siglo, podemos indicar que el uso residencial, formativo, económico y de ocio cubre absolutamente todos los rincones de esta Reserva de la Biosfera. Por ello, el reto de Urdaibai es conjugar con mayúsculas las funciones de conservación y desarrollo. ARANA, X. (2006): "Urdaibai", en La Red de Reservas de la Biosfera españolas.

"¿Qué es una cliserie?", por C.Mata

Nada hacia pensar [...] que Cabañeros iba a dejar de ser una gran finca de caza, remota y desconocida por la opinión pública, y que en muy pocos años, después de que se proyectase su uso como Campo de Tiro y fuese centro de movilizaciones ciudadanas y discusiones políticas al mas alto nivel, iba a pasar, primero, a ser Parque Natural y después, con su superficie sustancialmente ampliada, ser declarada Parque Nacional. Y lo más significativo es que, pese a las diversas y dilatadas acciones efectuadas en ella por el hombre, las razones aducidas en su defensa y a favor de su protección se hayan centrado, y con razón, en su valor como espacio natural» o como «paisaje natural. Sin embargo, cuando se analizan los Planes de Uso y Gestión y los informes de los organismos encargados de su administración se observa cómo el componente antrópico de su paisaje se manifiesta con creciente claridad.
Así, ya en el primer Plan Rector del Parque Natural aprobado en 1991, poco más de tres años después de su declaración, se reconoce inadecuado un entendimiento de la protección como cierre a la presencia humana y se reconoce que no deben suprimirse las actividades tradicionalmente desarrolladas, sino que para la adecuada conservación del paisaje de Cabañeros es necesario mantener y ordenar la utilización cinegética, el descorche y la apicultura, y se encomienda a los gestores del Parque la reanudación del cultivo de cereal de secano (con turno de 10 años) en las llanadas de raña con el objeto de conservar los pastizales arbolados, impidiendo su transformación progresiva en matorrales o montes bajos. De este modo se reconoce expresamente cómo los paisajes del área protegida están dotados de unos altos valores naturales, pero derivan también de unos modos de uso humanos bien adaptados a ellos. [...]
Se entiende así cómo la mayor parte de los problemas con que hoy se enfrenta la administración del Parque Nacional derivan, además de la reciente roturación y adehesamiento de las rañas, del cese del sistema de uso tradicional, vigente hasta los años sesenta, como consecuencia de la emigración, del cerramiento de las fincas a raíz de la Ley de Caza y de la dificultad de acceso derivada de la declaración del área como espacio protegido.
[...] la conservación del paisaje en Cabañeros exige que la administración del Parque Nacional dedique una gran parte de su atención y de sus recursos a propiciar o a suplir las actividades humanas que hacían posible el mantenimiento de la composición y la estructura de su cubierta biótica: el cultivo de ciclo largo, el aprovechamiento ganadero extensivo y la poda de los pies arbóreos en las áreas de raña; y la actividad cinegética y la «exportación de reses» (tendentes al mantenimiento de una población óptima de ungulados), junto con el aclarado de los montes y la replantación o defensa de las especies más sensibles, en las áreas de sierra. Sin la realización sistemática y rigurosa de estas labores el paisaje del Parque Nacional perdería, aun ganando en naturalidad, una gran parte de su riqueza. MUÑOZ JIMÉNEZ, J. (2000): "Naturaleza e historia en el paisaje y en la protección de Cabañeros", en Estudios sobre el paisaje.

Mapa tipos de suelos de España e infografías sobre el suelo.

El día 25 de abril de 1998, se rompe una balsa de residuos muy tóxicos (cadmio, mercurio, cinc, plomo, arsénico...) perteneciente a la empresa sueca Boliden-Apirsa, explotadora de las minas de Aznalcóllar, derramando sobre el cauce del río Guadiamar hasta veinte millones de toneladas de vertido. Además de la importancia de sus efectos, existen otros dos argumentos que justifican el análisis y la interpretación de esta catástrofe: su especial relevancia social y periodística, otorgada por la significación mundial de Doñana como espacio natural carismático y simbólico de Europa y, por otro lado, la actualidad del acontecimiento, que le otorga un indudable valor de aprendizaje tanto al análisis de sus orígenes y consecuencias como al de la búsqueda de soluciones de sus efectos negativos que aún no ha terminado.
[...] Esta catástrofe es un acontecimiento anunciado y consecuente con un modelo de organización socio-territorial. Y puede convertirse en recurrente si no se ofrecen soluciones estructurales que cambien o controlen dicho modelo. [...] La apertura atlántica de la depresión Bética constituye una unidad territorial difícilmente divisible sin romper su estructura. Las relaciones entre los componentes de cualquier sistema territorial son básicas para el buen funcionamiento del mismo; pero aquí, como en todo espacio estuarino, marismeño o deltaico, son absolutamente fundamentales, porque sus generosas y originales biodiversidades son productos directos de la dialéctica entre contrarios (húmedo/seco, salado/dulce, rio/mar, arena/arcilla...). Así pues, la razón biogeográfica primera [...] de Doñana es ser el final de una cuenca hidrográfica. Luego la conservación de sus parques, natural y nacional, y el desarrollo de sus sociedades y territorios están directa e inexorablemente vinculados a la organización de espacios que superan con creces los límites administrativos de los propios parques. Resulta, pues, de todo punto necesario, para no comprometer la estructura, la conservación y el desarrollo de Doñana y su mundo, un tratamiento unitario y global de todo el estuario del Guadalquivir, entendido en su acepción más amplia: apertura Atlántica de la Depresión Bética o Triángulo Huelva-Sevilla-Cádiz.
Tales planteamientos [...] se fueron convirtiendo paulatinamente en el paradigma teórico oficial, desde que fueron recogidos y defendidos en el Plan Director Territorial de Coordinación de Doñana y su comarca. [...] Pero, de pronto, la catástrofe de los lodos del Guadiamar pone en evidencia que el discurso teórico [...] no ha pasado aún a convertirse en algo asumido práctica y operativamente. El grito ministerial de «Doñana se ha salvado» supone una vuelta atrás de varios lustros. El Ministerio de Medio Ambiente español no ha entendido todavía que el Parque Nacional de Doñana no puede ser concebido como una isla feliz rodeada de agresores por todas partes y, consecuentemente, no se puede salvar simplemente porque los lodos y las aguas tóxicas superficiales no traspasen sus limites administrativos. [...]. OJEDA RIVERA, J.F. (2000): Explotación de recursos naturales y orden territorial. Una lectura geográfica de la catástrofe del Guadiamar.