Actualizado a 21 de noviembre de 2024

El arte por el arte

Black Whole Conference (2006), M. de Boin

Durante las últimas décadas, la crítica francesa y norteamericana se dedicó a sacar la literatura y la escritura de las instituciones que las confinaban. Así, la lectura de las obras de Austen, Balzac, Conrad, Virginia Woolf, o de la narrativa más actual, como Toni Morrison o Margaret Atwood, se convirtió en un arte de desposesión por parte de cualquiera que estuviera interesado (las llamadas “comunidades interpretativas”). Semejante afán democrático no tuvo el reconocimiento esperado, pues aquella crítica antagonista, que trataba de inventar nuevos dispositivos idealistas para la representación histórica, se había convertido en la nueva ortodoxia de un gremio de eruditos que trabajaba en disciplinas cerradas, y no en la piedra angular de un punto de vista inédito y abierto a todos. ¿Ocurrió lo mismo con el arte?.
Hasta la década de los ochenta, la pericia del historiador y el crítico venía determinada por su sometimiento a las convenciones de la narrativa modernista y por el espacio prácticamente cerrado de la institución (el Museo, la Universidad), que es quien controla el conocimiento. En la actualidad, sin estudios interdisciplinares en las universidades, sin departamentos de crítica de arte, los historiadores todavía siguen teniendo muy difícil establecer las categorías que nos permiten pensar en el arte actual más allá de las narraciones de dominio, del grand récit de la Historia.

"¿Cómo entrar en el mundo del arte?"

Es cierto que no hay una sola explicación adecuada sobre el arte actual que nos remita de inmediato a un origen único. La tarea de la crítica -así lo dejó escrito Walter Benjamin- es el cumplimiento de la obra. Y podríamos añadir, siguiendo a Antonio Gramsci, que el arte como producto de la aplicación de la voluntad humana a la sociedad de las cosas no sólo existe para ganarse un lugar, sino para desplazar a otros, superarlos. En esta demanda de heterogeneidad, de desmontaje y alegoría, se inscribe el último libro editado por la Universidad Pública de Navarra y la Fundación Ankaria, ¿Qué es el arte contemporáneo hoy?, con las tesis de un quinteto de especialistas que argumentan en torno a la propuesta del historiador Alexander Alberro, durante el II Simposio Internacional de la Cátedra Jorge Oteiza celebrado en Pamplona, en 2010. 
¿Puede lo contemporáneo ser histórico? Sin duda. Marcel Duchamp sería el paradigma más poderoso. Pero el arte contemporáneo es demasiado plural para ser historiado. Habría que considerar el conjunto de estructuras y situaciones sociales, políticas y económicas como contexto del arte, y más frente al nuevo horizonte del capitalismo. Algunos historiadores sostienen que lo contemporáneo se refiere al inicio de una nueva y homogénea ola caracterizada por un presente atemporal, un momento en que la promesa moderna del progreso se ve suplantada por la expansión imperial; para otros, se trata de una nueva forma cultural que sigue al final de una época en los tres mundos más diferenciados: el primer mundo capitalista, el segundo comunista, el tercero postcolonial; están también los que creen que el arte contemporáneo debería considerarse como un síntoma de las reacciones y las definiciones ampliadas del arte puestas en marcha por la “constelación postcolonial”. “Hoy nadie duda -señala Alberro- que los pasos de lo moderno a lo contemporáneo tuvieron lugar de distintos modos en localizaciones geográficas diferentes, y que en la actualidad las rápidas conexiones entre regiones y personas podrían ser suficientes para hablar de una nueva fase en el arte.

"El arte, ese mundo de sinvergüenzas" del programa La hora chanante.

Para Terry Smith, catedrático de la Universidad de Pittsburgh, “son constantes los esfuerzos de las instituciones de arte moderno (ahora habitualmente designado como contemporáneo) por gobernar el impacto de la contemporaneidad en el arte, revivir movimientos anteriores, relacionar el arte nuevo con los viejos impulsos e imperativos modernistas y renovarlos. La obra de Richard SerraJeff Wall y Gerhard Richter serían versiones de esta tendencia, que cabe rebautizar como remodernismo”. Juliane Rebentish, filósofa de la Universidad de Francfort, afirma que la historia de las así llamadas “grandes obras de arte” es también “la historia de sus diversas interpretaciones, lo que equivale a decir que el canon está a nuestra disposición en todo momento, que hay que pensar en él como algo relativamente dinámico”.
La profesora de Arte Latinoamericano de la Universidad de Texas, Andrea Giunta, sostiene que el uso intensivo y creativo de los archivos durante las dos últimas décadas ha suscitado nuevas cuestiones, puesto en juego nuevos modelos de conocimiento y abierto la posibilidad de nuevas y alternativas historias del arte. La historiadora Pamela Lee, que ocupa la cátedra de Standford (California) propone el siguiente argumento relacionado con la Teoría de los Juegos, una rama de la economía nacida de la estrategia militar norteamericana a mediados del siglo pasado: en nuestro desprecio colectivo por la importancia del postmodernismo en la crítica de arte contemporáneo, hemos perdido de vista algo fundamental de las enseñanzas que ofrece sobre los debates en torno a la globalización y la aparición de la economía neoliberal”.
Lee rastrea las tesis de Jean François Lyotard en “The Postmodern Condition” (La Condición Postmoderna): el conocimiento ha cambiado radicalmente y se ha convertido en un bien de consumo bajo las condiciones de la cibernética; se produce para venderlo y se consume para valorarlo, siendo su finalidad el intercambio. La cuestión es quién tiene este conocimiento y quién va a tener acceso a la información que las máquinas almacenan para garantizar que se toman las decisiones adecuadas. Alexander Alberro concluye: “Nuevas formas de arte y de contemplación han cuajado en las dos últimas décadas. Son lo contemporáneo. Y sin duda deben mucho a sus predecesores modernos. Pero estas nuevas formas artísticas se han despojado de su deuda con el pasado y hoy es preciso reconocer la hegemonía de lo contemporáneo, pero al mismo tiempo el hecho de que lo que constituye el periodo sigue estando abierto e inestable, sujeto al campo de batalla de las narraciones y las historias. Cómo simbolizar y contar lo contemporáneo, y en consecuencia su identidad, es el premio que se disputan muchas fuerzas en liza”.


¿Qué es el arte? por Tomás Pérez Molina

Vocabularios de términos artísticos por M.Victoria Landa.
La gran estafa del arte moderno; Arterego, 15-10-2009.
¿Está "loco" el mercado del arte?; El mundo, 03-05-2012.
Fichas de análisis de obras de arte: Escultura y Pintura.
Audiovisuales "Erik el belga", "Auténticamente falsos", "El negocio de los museos", "El arte de robar", "La burbuja del arte contemporáneo", "Las nuevas redes del trafico de arte"; "El botín de guerra de los terroristas"; y "La historia de los museos" de TED.
Podcast "Réplicas, versiones, pastiches y falsificaciones" de Culturarte.
PBL: Lapbook -- pop-up de arte.
- Elegir una obra de arte y buscar información del simbolismo de la obra.
- Materiales: obra de arte en doble-folio (A3), una cartulina blanca o color claro, papeles de colores, un cúter, bolígrafos, roturadores, pegamento y regla. Además, interés, voluntad e ingenio.
- Tutoriales: Unir, Edufichas, Formatos básicos; Tarjetas cascada, ruletadeslizante, mapas conceptualesmapas conceptuales, y canales Ngoc Vang Handmade, Craft and Katir y Craft SpacePlantillas; y Ejemplos en Pinterest, Color y  Carlos I.
- Rúbrica de coevaluación.
FUENTES: ¿Qué es el arte contemporáneo hoy?; El país, 103-2012; LimpfishHomenajes tebeísticos al mundo de la pintura; y Oddee.