Actualizado a 21 de noviembre de 2024

Viriato, princeps hispanorum

"La muerte de Viriato" (1807), por José de Madrazo

A los lusitanos los sublevó Viriato, , hombre de sutilísima sagacidad que, tras convertirse en cazador en bandolero y luego de bandolero en caudillo y general, y, si la Fortuna lo hubiese permitido, en un Rómulo para Hispania, no contento con defender la libertad de los suyos, asolando a sangre y fuego [...], atacando incluso, los campamentos y guarniciones de los pretores [...] hasta el exterminio de su ejército y fijó en sus montes nuestras trábeas, fasces y estandartes, como trofeos que había capturado. FLORO, Epítome de la Historia de Tito Livio, I, 33.
[Viriato] era justo en los repartos de botín, ya que gratificaba con regalos escogidos los hombres más valientes según su mérito, e incluso sin necesidad de robar nada en absoluto del tesoro público. Por esto precisamente sucedía que los lusitanos corrían con ardor los mayores peligros junto a él venerándole como a un benefactor y salvador común. DIODORO SÍCULO, Biblioteca Histórica, XXXII, 4-5

Viriato penetró sin temor alguno en Carpetania, que era un país rico, y se dedicó a devastarla hasta que Gayo Plaucio llegó de Roma con diez mil soldados de infantería y mil trescientos jinetes. Entonces, de nuevo Viriato fingió que huía y Plaucio mandó en su persecución a unos cuatro mil hombres, a los cuales Viriato, volviendo sobre sus pasos, dio muerte a excepción de unos pocos. Cruzó el río Tajo y acampó en un monte cubierto de olivos, llamado monte de Venus. Allí lo encontró Plaucio y, lleno de premura por borrar su derrota, le presentó batalla. Sin embargo, tras sufrir una derrota sangrienta, huyó sin orden alguno a las ciudades y se retiró a sus cuarteles de invierno desde la mitad del verano, sin valor para presentarse en ningún sitio. Viriato, entonces, se dedicó a recorrer el país sin que nadie le inquietase y exigía a sus poseedores el valor de la próxima cosecha y a quien no se lo entregaba, se la destruía. APIANO, Sobre Iberia, 64.
Durante la persecución de Viriato, Serviliano empezó a rodear con un foso a Erisana, una de sus ciudades, pero Viriato entró en ella durante la noche y, la rayar el alba, atacó a los que estaban trabajando en la construcción de trincheras y les obligó a que arrojaran las palas y emprendieran la huida. Después derrotó de igual manera y persiguió al resto del ejército, desplegado en orden de batalla por Serviliano. Lo acorraló en un precipicio, de donde no había escape posible para los romanos, pero Viriato no se mostró altanero en este momento de buena fortuna sino que, por el contrario, considerando que era una buena ocasión de poner fin a la guerra mediante un acto de generosidad notable, hizo un pacto con ellos y el pueblo romano lo ratificó: que Viriato era amigo del pueblo romano y que todos los que estaban bajo su mandato eran dueños de la tierra que ocupaban. De este modo parecía que había terminado la guerra de Viriato, que resultó la más difícil para los romanos, gracias a un acto de generosidad. APIANO, Sobre Iberia, 69.

"Viriato", por Historia ex Hispania

Sin embargo, los acuerdos no duraron ni siquiera un breve espacio de tiempo, pues Cepión, hermano y sucesor en el mando de Serviliano, el autor del pacto, denunció el mismo y envió cartas afirmando que era el más indigno para los romanos. El senado en un principio convino con él en que hostigara a ocultas a Viriato como estimara oportuno. Pero como volvía a la carga de nuevo y mandaba continuas misivas, decidió romper el tratado y hacer la guerra a Viriato abiertamente [...]. Viriato envió a sus amigos más fieles, Audax, Ditalcón y Minuro, a Cepión para negociar los acuerdos de paz. Éstos, sobornados por Cepión con grandes regalos y muchas promesas, le dieron su palabra de matar a Viriato. Y lo llevaron a cabo de la manera siguiente. Viriato, debido a sus trabajos y preocupaciones, dormía muy poco y las más de las veces descansaba armado para estar dispuesto a todo de inmediato, en caso de ser despertado. Por este motivo, le estaba permitido a sus amigos visitarle durante la noche. Gracias a esta costumbre, también en esta ocasión los socios de Audax aguardándole, penetraron en su tienda en el primer sueño, so pretexto de un asunto urgente, y lo hirieron de muerte en el cuello que era el único lugar no protegido por la armadura. Sin que nadie se percatara de lo ocurrido a causa de lo certero del golpe, escaparon al lado de Cepión y reclamaron la recompensa. Éste en ese mismo momento les permitió disfrutar sin miedo de lo que poseían, pero en lo tocante a sus demandas los envió a Roma. Los servidores de Viriato y el resto del ejército, al hacerse de día, creyendo que estaba descansando, se extrañaron a causa de su descanso desacostumbradamente largo y, finalmente, algunos descubrieron que estaba muerto con sus armas. Al punto los lamentos y el pesar se extendieron por todo el campamento, llenos todos de dolor por él y temerosos por su seguridad personal al considerar en qué clase de riesgos estaban inmersos y de qué general habían sido privados. APIANO, Sobre Iberia, 70 y 74.


Audiovisuales "Resistencia" de la serie Bárbaros: el despertar; "Recriação Histórica Traição e morte de Viriato", "Viriato según Cruz y Raya" y videoclip "Viriato" por Salduie.
Podcasts: "Viriato contra Roma" y "Viriato vs Cepión" de Pasajes de la Historia de J. A. Cebrián; "Viriato" de La biblioteca perdida; y "El mito de Viriato" de El café de la lluvia.
Cómics: "Viriato contra Roma" por A. Naharro y Chuty; y "Viriato" (2020) por Gol, Pedro Camello y Lola Aragón.
Películas: Viriato (2019).
FUENTES: Museo del Prado,