Actualizado a 08 de abril de 2024

La Corona de Castilla

Alfonso X y su corte, en Libro de los juegos (1252-84).

Libradas todas las pleytesías de suso dichas, que en razón del entregamiento de la noble cipdat de Sevilla fueron traydas, et el rey apoderado, ya en el Alcaçar della, commo dichos auemos, los moros demandaron plazo al rey para vender sus cosas las que non podían leuar; et fue un mes el que ellos demandaron, et el rey ge lo dio. El plazo conplido, los moros auien vendido todas las cosas que vender quisieron; et entregados de su auer, entregaron las llaues de la uilla al rey don Fernando. Et el rey a los que por mar quisieron yr, dióles cinco naues et ocho galeras; et a los que por tierra, dióles bestias et quien los guiase et los posiese en saluo. Et desta guisa los enbió este rey don Fernando a esos moros de esa cibdat de Sevilla desque la ouo ganada et puesta en sennorío. Et los que yuan por mar et queríen pasar a Cebta, eran cient vezes mili por cuenta; et los que por tierra, que yuan para Xerez, eran trezientas uezes mili, et con estos enbío al maestre de Calatrava que los guió et los puso en saluo, fasta dentro a Xerez. ESTORIA DE ESPAÑA (1289).
A la universidad de los maestros y escolares de Salamanca. Consideramos digno y conveniente que aquellos que diariamente cultivan con lecciones el campo del estudio para que puedan recibir la margarita de la ciencia nos encuentren favorables y benignos en sus peticiones de forma que su estudio sea ejercido tanto más libremente cuanto más se sientan protegidos por el favor apostólico. Y en consecuencia, de acuerdo con vuestra petición, informados de que a veces sucede que a quienes se han examinado en el estudio salmantino y son declarados idóneos, no se les permite dictar en otro lugar si no sufren un nuevo examen, atendiendo a la petición del ilustre rey de Castilla y de León y de la vuestra, declaramos que después de que algún maestro o escolar de Salamanca haya realizado el examen pertinente en alguna facultad y fuera declarado apto, pueda ejercer en cualquiera otro estudio, sin nuevo examen, excepto en París y en Bolonia. Carta del papa Alejandro IV dando validez a los estudios realizados en la Universidad de Salamanca (1255).

Mapas Primera Guerra Civil Castellana y político de la P. Ibérica en el s. XV

Vicarios de Dios son los reyes. Cada uno en su reino puestos sobre las gentes para mantenerlas en justicia y verdad. Esto se muestra en dos maneras: la espiritual y la natural [...] Los santos dijeron que el Reyes señor puesto en la tierra en lugar de Dios para cumplir la justicia y dar a cada uno su derecho. y lo llamaron corazón y alma del pueblo. porque así como el alma yace en el corazón del hombre y por ella vive el cuerpo y se mantiene, así en el Rey yace la justicia que es vida y mantenimiento del pueblo de su señorío. Y así como el corazón es uno y por él reciben los otros miembros su unidad para ser un cuerpo, así todos los del reino, aunque sean muchos, porque el rey es y debe ser uno y todos deben ser unos con él para servirle y ayudarle en las cosas que ha de hacer. Y naturalmente dijeron los sabios que el Reyes cabeza del reino. ALFONSO X (1251): Las siete partidas.
Algunos ricos hombres y caballeros de nuestros reinos toman algunas ciudades y villas y lugares de nuestros reinos y los hacen suyos, y también hacen nuevamente suyas muchas casas en perjuicio de los vecinos de dichos lugares [...]. Algunos poderosos ponen tributos nuevamente en algunos lugares donde nunca los hubiera, portazgos, rondas y otros tributos desfavorables [...]. Algunos de dichos ricos hombres despueblan los dichos lugares que les habían sido dados, aumentando los pechos [impuestos] de tal manera que los campesinos marchan, los campos se despueblan y se yerman los lugares [...]. También hacen muchos agravios y sinrazones a sus habitantes, tomándoles mucho de lo suyo y pidiéndoles dinero, y pan, y vino, y otras cosas y tomándoles los oficios que tienen por sus fueros y privilegios [...]. Pedimos que dichas ciudades y lugares, que fueron siempre de vuestra Corona Real antes de que el rey Don Enrique [II], vuestro, padre los entregase a algunos señores y caballeros, vuelvan a vuestras manos [Juan I]. Peticiones del estamento popular en las Cortes de Burgos (1373).

En estos días llegaron a la cámara do el Consejo de los señores y caballeros [...] y dijéronles que habían habido cartas del aljama de la ciudad de Sevilla, cómo un arcediano de Écija en la iglesia de Sevilla, que decían Ferrand Martínez predicaba por plaza contra los judíos, y que todo el pueblo estaba movido para ser contra ellos. Y que por cuanto Don Juan Alfonso, conde de Niebla, y Don Alvar Pérez de Guzmán, alguacil Mayor de Sevilla, hicieron azotar a un hombre que hacía mal a los judíos, todo el pueblo de Sevilla se moviera, y tomaran preso al alguacil, y quisieron matar al dicho conde y a Don Alvar Pérez; y que después acá todas las ciudades estaban movidas para destruir a los judíos, y que les pedían por merced que quisiesen poner en ello algún remedio. Y los del Consejo desde que vieron la querella que los judíos de Sevilla de él daban enviaron a Sevilla un caballero de la ciudad que era venido a Madrid por procurador, y otro a Córdoba, y así a otras partes enviaron mensajeros y cartas del rey, las más premiosas que pudieron ser hechas en esta razón. Y desde que llegaron estos mensajeros con las cartas del rey libradas al Consejo de Sevilla, y Córdoba y otros lugares, asosegose el hecho, pero poco, que las gentes estaban muy levantadas y no habían miedo de ninguno, y la codicia de robar los Judíos crecía cada día. LÓPEZ DE AYALA, Pero (1393): Crónica del Rey Don Enrique Tercero de Castilla e de León, [Progrom 1391].
Cómo este año algunos marineros de Castilla fueron a las islas de Canarias. En este año, estando el rey en Madrid, ovo nuevas cómo algunas gentes de Sevilla e de la costa de Vizcaya e de Guipúzcoa armaron algunos navíos en Sevilla, e levaron caballos en ellos, e pasaron a las islas que son llamadas Canarias, como quier que ayan otros nombres, e anduvieron en la mar fasta que las bien sopieron. E dixeron que fallaran la isla de Lancarote, junta con otra isla que dicen la Graciosa, e que duraba esta isla en luengo doce lenguas. Otrosí la isla de Forteventura, que dura veinte e cinco leguas. Otrosí la isla de Canarias la grande, que dura veinte e dos leguas en luengo, e ocho en ancho. Otrosí la isla del infierno, que dura veinte e dos leguas en luengo, e mucho en ancho. Otrosí la isla de la Gomera, que dura ocho leguas, e es redonda. E a diez leguas de la Gomera, ay dos islas la una dicen del Fierro, e la otra de la Palma. E los marineros salieron en la isla de Lancarote, e tomaron el rey e la reyna de la isla, con ciento e sesenta personas, en un logar, e trajeron otros muchos de los moradores de la dicha isla, e muchos cueros de cabrones, e cera, e ovieron muy grand pro los que allá fueron. E enviaron a decir al rey lo que allí fallaron, e cómo eran aquellas islas ligeras de conquistar, si la su merced fuese, e a pequeña costa. LÓPEZ DE AYALA, Pero (1393): Crónica del Rey Don Enrique Tercero de Castilla e de León, Año Tercero 1393, Capítulo XX.


Los grandes del reino que en Avila estaban con el príncipe don Alfonso determinaron de deponer al rey don Enrique de la corona y cetro real, y para lo poner en obra eran diversas opiniones, porque algunos decían que debía ser llamado e se debía hacer proceso contra él, otros decían que debía ser acusado ante el Santo Padre de herejía e de otros graves crímenes e delitos que se podrían ligeramente contra él probar [...]. Ninguna cosa les parecía ser más conveniente, ni que más sabiamente se pudiese hacer que la privación del tirano, al cual fallecía vigor del corazón e prudencia e esfuerzo e todas las otras habilidades que a buen príncipe convienen. Ninguna otra cosa le quedaba, salvo nombre de rey, el cual quitado él era todo perdido, lo cual no era cosa nueva en los reinos de Castilla e de León, los nobles e pueblo de ellos elegir rey e deponello [...]. Para lo cual, en un llano que está cerca del muro de la ciudad de Ávila se hizo un gran cadahalso [...] e allí se puso una silla real con todo el aparato acostumbrado de poner a los reyes, y en la silla una estatua, a la forma del rey don Enrique, con corona en la cabeza e cetro real en la mano, y en su presencia se leyeron muchas querellas que ante él fueron dadas de muy grandes excesos, crímenes e delitos [...] e allí se leyeron todos los agravios por él hechos en el reino, e las causas de su deposición, aunque con gran pesar y mucho contra su voluntad. Las cuales cosas así leídas, el arzobispo de Toledo, don Alonso Carrillo, subió en el cadahalso y quitóle la corona de la cabeza, como primado de Castilla, y el Marqués de Villena, don Juan Pacheco, le quitó el cetro real de la mano [...] y el conde de Plasencia, don Alvaro de Estúñiga, le quitó la espada, como Justicia Mayor de Castilla, y el Maestre de Alcántara, don Gome Solís [...] y el conde de Benavente, don Rodrigo Pimentel, y el Conde de Paredes, don Rodrigo Manrique, le quitaron todos los otros ornamentos reales y con los pies le derribaron del cadahalso en tierra y dijeron: «¡A tierra, puto!». Y a todo esto gemían y lloraban la gente que lo veían. E luego, incontinente el príncipe don Alfonso subió en el mismo lugar, donde por todos los grandes que ende estaban le fue besada la mano por rey y señor natural de estos reinos. DIEGO DE VALERA, «Memorial de diversas hazañas», en Crónicas de los reyes de Castilla. [La farsa de Ávila (1465)]

Corona de Castilla por Wikipedia, Biblioteca Miguel de Cervantes
Guerra Civil entre Pedro I y Enrique II por WikipediaDesperta Ferro.