"Escuela de Atenas" (1512) por Rafael
También Protágoras [de Abdera] sostiene que el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son, entendiendo por medida la norma y por cosas lo real; de forma que él podría decir que el hombre es la norma de todo lo real, de lo que es en cuanto que es, y de lo que no es en cuanto que no es. Y por esta causa él sólo admite lo fenoménico-subjetivo, introduciendo, en consecuencia, el relativismo. De esta tesis parece deducirse su afinidad con los pirrónicos, pero se diferencia de ellos. [...] Dice Protágoras que la materia es fluyente, pero, a medida que fluye, las adiciones compensan las pérdidas, y que las sensaciones se transforman y cambian en relación con la edad y con las demás disposiciones del cuerpo. Dice también que el fundamento de todo fenómeno subyace en la materia, de manera que ésta se manifiesta a todos y cada uno de los hombres como es en sí misma, mas éstos perciben una u otra representación según sus diferencias individuales. Así, un hombre que está en condiciones normales percibe, entre las manifestaciones fenoménicas inherentes a la materia, las que están predispuestas a aparecer a los individuos normales; y, por el contrario, un individuo anormal percibirá las correspondientes a los anormales. E igual razonamiento puede hacerse con respecto a la edad, y según si se está dormido o despierto y, en fin, según toda especie de disposición. [...] Según él, por tanto, acontece que el hombre es la norma de lo real. En efecto, todo lo que se manifiesta a los hombres, también es, y lo que no se manifiesta a ningún hombre, no es. Vemos, pues, que establece que la materia es fluyente y que en ella reside el fundamento de todos los fenómenos, los cuales son oscuros e inaprehensibles para nosotros. SEXTO EMPÍRICO (160-210): Esbozos pirrónicos, I.
Mapa filosofía Antigua Grecia
[Sócrates] Habiendo ido en una ocasión a Delfos, osó interrogar al oráculo […] si había alguien más sabio que yo. Respondió la Pitia: ninguno […] Entonces, oyendo tales palabras, pensé: ¿Qué es lo que dice el Dios? ¿Qué se oculta en sus palabras?; porque yo no tengo conciencia, ni mucha ni poca, de ser sabio. ¿Qué dice, entonces, afirmando que soy sapientísimo? Y durante mucho tiempo permanecí dudando de lo que Él quisiese decir. Después, fatigosamente, comencé a investigar de la manera siguiente. Fui a visitar a uno de aquellos que parecen sabios, y me dije a mí mismo: Ahora, desmentiré el vaticinio, y demostraré al oráculo que éste es más sabio que yo: y tú en cambio, dijiste que soy yo [más sabio]. Y he aquí lo que me sucedió. Habiéndome puesto a conversar con él, me pareció que este hombre, aunque bien parecía sabio a muchos otros hombres, y especialmente a él mismo, pero que en realidad no lo era. Y traté de demostrárselo: tú crees ser sabio, pero no lo eres […] Habiéndome ido, comencé a razonar, y me dije así: yo soy más sabio que este hombre, pues, por lo que me parece, ninguno de nosotros dos sabe nada bueno ni bello, pero éste cree saber, y no sabe; yo no sé, pero tampoco creo saber. Y parece que por esta pequeñez soy más sabio yo, pues no creo saber lo que no sé. PLATÓN (): Apología.
Alegoría del Mito de la Caverna
- Compara nuestra naturaleza a una condición de este género […] En una caverna subterránea, con una entrada tan grande como la caverna toda, abierta hacia la luz, imagina hombres que se hallan ahí desde que eran niños, con cepos en el cuello y en las piernas, sin poder moverse ni mirar en otra dirección sino hacia adelante, impedidos de volver la cabeza por las cadenas. Y lejos y en lo alto, detrás a sus espaldas, arde una luz de fuego, y en el espacio intermedio entre el fuego y los prisioneros, asciende un camino, a lo largo del cual se levanta un muro, a modo de los reparos colocados entre los titiriteros y los espectadores, sobre los que ellos exhiben sus habilidades.
- Me lo imagino perfectamente, dijo.
- Contempla a lo largo del muro, hombres que llevan diversos vasos que sobresalen sobre el nivel del muro, estatuas y otras figuras animales en piedra o madera y artículos fabricados de todas las especies […]
- Extraña imagen y extraños prisioneros.
- Semejantes a nosotros. Éstos, ante todo, ¿crees quizás, que pueden ver alguna otra cosa, de sí mismos y de los otros, sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la pared de la caverna que está delante de ellos? [...] ¿y también de la misma manera respecto a los objetos llevados a lo largo del muro?. . . Pues, si pudiesen hablar entre ellos, ¿no crees que opinarían de poder hablar de éstas (sombras) que ven como si fuesen objetos reales presentes? […] Sin duda, en tales condiciones, no creerían que lo verdadero fuese otra cosa sino las sombras de los objetos... Y cuando uno de ellos fuese libertado, y obligado repentinamente a alzarse y girar el cuello y caminar y mirar hacia la luz. […] ¿no sentiría dolor en los ojos, y huiría, volviéndose a las sombras que puede mirar, y no creería que éstas son más claras que los objetos que le hubieran mostrado?
- Sí […].
- Y si alguien lo arrastrase por la fuerza por la áspera y ardua salida y no lo dejase antes de haberlo llevado a la luz del sol, ¿no se quejaría y no se irritaría de ser arrastrado, y después, llegado a la luz y con los ojos deslumbrados, podría ver siquiera una de las cosas verdaderas.
- No, ciertamente, en el primer instante.
- Sería necesario que se habituara para mirar los objetos de ahí arriba. Y, al principio, vería más fácilmente las sombras, y después las imágenes de los hombres reflejadas en el agua y, después, los cuerpos mismos; en seguida los del cielo, y al mismo cielo, le sería más fácil mirarlo de noche […] y por último, creo, el sol […] por sí mismo […] y después de esto, recién entonces comprendería que éste (el sol) […] regula todas las cosas en la región visible y es causa también, en cierta manera, de todas aquéllas (sombras) que ellos veían. [...] ¿Y bien? recordando la morada anterior […] ¿no crees que él se felicite del cambio y experimente conmiseración por la suerte de los otros? […]
- Creo, que, en verdad, preferiría cualquier sufrimiento a aquella vida (de antes).
- Pero considera aún lo siguiente: si volviendo a descender ocupase de nuevo el mismo puesto ¿no tendría los ojos llenos de tinieblas, al venir inmediatamente del sol? […] Y si debía nuevamente competir para distinguir esas sombras con los que habían permanecido siempre en los cepos, él, mientras permaneciera deslumbrado, ¿no causaría la risa y haría decir a los demás, que la ascensión le había gastado los ojos? […] Pero si alguno tuviese inteligencia […] recordaría que las perturbaciones de los ojos son de dos especies y provienen de dos causas: del pasaje de la luz a las tinieblas y de las tinieblas a la luz. Y pensando que lo mismo sucede también para el alma [...] indagaría si, viniendo de vida más luminosa, se encuentra oscurecida por falta de hábito a la oscuridad, o bien si, llegando de mayor ignorancia a una mayor luz, está deslumbrada por el excesivo fulgor. PLATÓN (): República, VII, 1-3, 513-18.
Mito de la caverna
Sustancia significa: los cuerpos simples, como la tierra, el fuego, el aire y los semejantes a éstos y, en general, los cuerpos y sus compuestos, tanto animales como demonios y las partes de esos cuerpos. Todos éstos se llaman sustancias porque no se predican de un sujeto, sino que las otras cosas son predicados de ellas. En otro sentido, sustancia es la causa inmanente del ser de los entes que no se predican de un sujeto, por ejemplo, el alma es causa inmanente de la existencia del animal. Son también las partes inmanentes de esos seres, las cosas que los determinan e indican su esto, cuya destrucción acarrearía la destrucción del todo. [...] Se llama accidente lo que existe en algo y se le puede predicar con verdad, aunque no de modo necesario, ni frecuentemente. Por ejemplo, si al cavar un hoyo para una planta, se encuentra un tesoro; pues para el que cava un hoyo es un accidente encontrar el tesoro. Pues no se deriva con necesidad una cosa de la otra, ni es frecuente que encuentre un tesoro el que planta. [...] La entidad se dice, si no en más sentidos, al menos fundamentalmente en cuatro: en efecto, la entidad de cada cosa parecen ser la esencia, el universal, el género y, en cuarto lugar, el sujeto. El sujeto, por su parte, es aquello de lo cual se dicen las demás cosas sin que ello mismo (se diga), a su vez, de ninguna otra. Por eso debemos hacer, en primer lugar, las distinciones oportunas acerca de él: porque parece que entidad es, en sumo grado, el sujeto primero. Y se dice que es tal, en un sentido, la materia, en otro sentido la forma, y en un tercer sentido el compuesto de ambas (llamo materia, por ejemplo, al bronce, forma a la configuración, y compuesto de ambos a la estatua), de modo que si la forma específica es anterior a la materia y es en mayor grado que ella, por la misma razón será también anterior al compuesto. A quienes parten de estas consideraciones les sucede, ciertamente, que la materia es entidad. Pero esto es imposible. En efecto, el ser capaz de existencia separada y el ser algo determinado parecen pertenecer en grado sumo a la entidad; por lo cual la forma específica y el compuesto de ambas habría que considerarlos entidad en mayor grado que la materia. [...] Respecto de cosas en que parece que la forma se agrega a materiales específicamente diferentes, como, por ejemplo, el círculo al bronce, a la piedra y a la madera, aparece evidentemente que en todas esas cosas ni el bronce ni la piedra forman parte de la sustancia del círculo, por el hecho de que éste puede separarse de aquéllos. Por el contrario, respecto de cosas que no se ve que sean separables, nada impide que así ocurra, aun en el caso que se viera que todos los círculos fuesen de bronce, porque el bronce tampoco sería una parte de la forma, aunque es difícil eliminarlo con el pensamiento. Por ejemplo, la forma de hombre siempre aparece existiendo en la carne, en los huesos y en partes semejantes. ¿Serían éstos partes de la forma y del enunciado, o no, sino de la materia?, aunque por el hecho de que la forma no se agregue a otros materiales nos vemos en la imposibilidad de efectuar la separación. ARISTÓTELES (): Metafísica, 1017b-1048b.
Filosofía griega por
SOFISTAS por
SÓCRATES por
PLATÓN por
Selección de obras de Platón por Usal y presentación "Platón" de SM.
SOFISTAS por
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PLATÓN por
Selección de obras de Platón por Usal y presentación "Platón" de SM.
Alegoría de la caverna y Platón, por Wikipedia; Filópolis; y Torre de Babel.
ARIAS, M. (2007): El mito del Mito de la Caverna. A propósito de Saramago y el Mito de la Caverna de Platón.
El mito de la caverna y su interpretación, por Formación Técnica.
ARISTÓTELES por
Glosario de conceptos de la Unidad 03 de Cultura Clásica.
ARISTÓTELES por
Glosario de conceptos de la Unidad 03 de Cultura Clásica.
Audiovisuales "El mito de la caverna de Platón".
Podcast "La alegoría de la caverna" de la UNED; "El mito de la caverna" de Nova Acrópolis de Barcelona; y de Luces en la oscuridad de Punto Radio "El mito de la caverna de Platón".
Actividades: test.
Actividad: vídeo "El juicio a Sócrates" (alternativo).
PRÁCTICA "Arte grecorromano 1º ESO": ficha de la actividad y juego interactivo en Educaplay.
FUENTES: Humanidades x por el proyecto.
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