Actualizado a 21 de noviembre de 2024

La Guerra de la Independencia

"2 de mayo de 1808 en Madrid" (1814), por F. de Goya.

Señor, mi hermano: V.M. [Napoleón] sabrá sin duda con pena los sucesos de Aranjuez y sus resultas, y no verá con indiferencia a un rey que, forzado a renunciar a la corona, acude a ponerse en los brazos de un gran monarca, aliado suyo [Tratado de Fontainebleau], subordinándose totalmente a la disposición del único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus fieles vasallos. Yo no he renunciado a favor de mi hijo [Fernando VII] sino por la fuerza de las circunstancias, cuando el estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me hacían conocer bastante la necesidad de escoger la vida o la muerte, pues ésta última seguido después de la de la reina. Yo fui forzado a renunciar; pero asegurado ahora con plena confianza en la magnanimidad y el genio del gran hombre que siempre ha mostrado ser amigo mío, yo he tomado la resolución de conformarme con todo lo que este mismo grande hombre quiera disponer de nosotros y de mi suerte, la de la Reina y la del Príncipe de la Paz [Manuel Godoy]. Dirijo a V.M.I. una protesta contra los sucesos de Aranjuez y contra mi abdicación. Me entrego y enteramente confío en el corazón y amistad de V.M. con lo cual ruego a Dios que os conserve en su santa y digna guardia. De V.M.I. su rey afecto hermano y amigo. Carlos. Carta de Carlos IV a Napoleón en relación con los sucesos de Aranjuez (marzo 1808).


Infografía del Levantamiento del 2 de Mayo

Amaneció en fin el 2 de mayo, día de amarga recordación, de luto y desconsuelo, cuya dolorosa imagen nunca se borrará de nuestro afligido y contristado pecho. Un présago e inexplicable desasosiego pronosticaba tan aciago acontecimiento, o ya por aquel presentir obscuro que a veces antecede a las grandes tribulaciones de nuestra alma, o ya más bien por la esparcida voz de la próxima partida de los infantes. Esta voz y la suma inquietud excitada por la falta de dos correos de Francia, habían llamado desde muy temprano a la plazuela de Palacio numeroso concurso de hombres y mujeres del pueblo. Al dar las nueve subió en un coche con sus hijos la reina de Etruria, mirada más bien como princesa extranjera que como propia, y muy desamada por su continuo y secreto trato con Murat; partió sin oponérsele resistencia [...] Quedaban todavía dos coches, y al instante corrió por la multitud que estaban destinados al viaje de los infantes Don Antonio y Don Francisco. Por instantes crecía el enojo y la ira, cuando, al oír de la boca de los criados de palacio que el niño Don Francisco lloraba y no quería partir, se enternecieron todos, y las mujeres prorrumpieron en lamentos y sentidos sollozos. En este estado y alterados más y más los ánimos, llegó a Palacio el ayudante de Murat, Mr. Augusto Lagrange, encargado de ver lo que allí pasaba, y de saber si la inquietud popular ofrecía fundados temores de alguna conmoción grave. Al ver al ayudante, conocido como tal por su particular uniforme, nada grato a los ojos del pueblo, se persuadió éste que era venido allí para sacar por fuerza a los infantes, Siguióse un general susurro, y al grito de una mujerzuela: “¡Que nos los llevan!” fue embestido Mr. Lagrange por todas partes, y hubiera perecido a no haberle escudado con su cuerpo el oficial de Walonas Don Miguel Desmaisieres y Flórez; mas subiendo de punto la gritería, y ciegos todos de rabia y desesperación, ambos iban a ser atropellados y muertos si afortunadamente no hubiera llegado a tiempo una patrulla francesa que los libró del furor de la embravecida plebe. Murat prontamente informado de lo que pasaba envió sin tardanza un batallón con diez piezas de artillería: la proximidad a palacio de su alojamiento facilitaba la breve ejecución de su orden. La tropa francesa llegada que fue al paraje de la reunión popular, en vez de contener el alboroto en su origen, sin previo aviso ni determinación anterior, hizo una descarga sobre los indefensos corrillos, causando así una general dispersión, y con ella un levantamiento de toda la capital, porque derramándose con celeridad hasta por los más distantes barrios los prófugos de palacio, cundió con ellos el terror y el miedo, y en un instante y como por encanto se sublevó la población entera. Acudieron todos a buscar armas, y con ansia, a falta de buenas, se aprovechaban de las más arrinconadas y enmohecidas. Los franceses fueron impetuosamente acometidos por doquiera que se les encontraba. Respetáronse en general los que estaban dentro de las casas o iban desarmados, y con vigor se ensañaron contra los que intentaban juntarse con sus cuerpos o hacían fuego. Los hubo que arrojando las armas e implorando clemencia se salvaron, y fueron custodiados en paraje seguro. ¡Admirable generosidad en medio de tan ciego y justo furor! El gentío era inmenso en la calle Mayor, de Alcalá, de la Montera y de las Carretas. Durante algún tiempo los franceses desaparecieron, y los inexpertos madrileños creyeron haber alcanzado y asegurado su triunfo; pero desgraciadamente fue de corta duración su alegría. QUEIPO DE LLANO, J. M., VII Conde de Toreno (1839): Historia del levantamiento, guerra y revolución de España.
Soldados: mal aconsejado el populacho de Madrid, se ha levantado y ha cometido asesinatos; bien sé que los espa­ñoles, que merecen el nombre de tales, han lamentado tamaños desórdenes, y estoy muy distante de confundir con ellos a unos miserables que sólo respiran robos y delitos. Pero la sangre francesa vertida clama venganza. Por tanto, mando lo siguiente:
[...] Art. 2°. Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas.
Art. 3°-. La junta de gobierno va a mandar desarmar a los vecinos de Madrid. Todos los moradores de la corte que anden con armas o las conserven en sus casas sin licencia especial, serán arcabuceados.
Art. 4°-. Todo corrillo que pase de ocho personas, se repu­tará reunión de sediciosos y se disparará a fusilazos.
Art. 5°-. Toda villa o aldea donde sea asesinado un fran­cés, será incendiada.
Art. 7°-. Los autores de libelos impresos o manuscritos, que provoquen a la sedición [...] serán pasados por las armas. MURAT, J. (1808): Proclama ante el levantamiento del 2 de Mayo.

Mapas de la guerra e infografía de la Batalla de Arapiles


Don Fernando VII, Rey de España y de las Indias, y en su nombre la Suprema Junta. La Francia, o más bien su Emperador Napoleón I, ha violado con España los pactos más sagrados; le ha arrebatado sus monarcas y ha obligado a éstos a abdicaciones y renuncias violentas y nulas manifiestamente; se ha hecho con la misma violencia dar el señorío de España, para lo que nadie tiene poder; ha declarado que ha elegido Rey de España, atentado el más horrible de que habla la Historia; ha hecho entrar sus ejércitos en España, apoderándose de sus fortalezas y capital y esparcídolos en ella, y han cometido con los españoles todo género de asesinatos, de robos y crueldades [...]; y para todo esto se ha valido no de la fuerza de las armas, sino del pretexto de nuestra felicidad, ingratitud la más enorme a los servicios que la nación española le ha hecho, de la amistad en que estábamos, del engaño, de la traición, de la perfidia [...]. Ha declarado últimamente que va a trastornar la Monarquía y sus leyes fundamentales y amenaza la ruina de nuestra religión católica [...], y nos ha forzado a que, para el remedio único de tan
graves males, los manifestemos a Europa toda y le declaremos la guerra. Por tanto, en nombre de nuestro Rey Fernando VII, y de toda la nación española, declaramos la guerra por tierra y mar al Emperador Napoleón I y a la Francia mientras esté bajo su dominación y yugo tirano, y mandamos a todos los españoles obren con ellos hostilmente [...]; y declaramos que hemos abierto y tenemos franca y libre comunicación con la Inglaterra, y que con ella hemos contratado y tenemos armisticio y esperamos se concluirá con una paz duradera y estable. Protestamos, además, que no dejaremos las armas de la mano hasta que el Emperador Napoleón I restituya a España a su Rey y Señor Fernando VII y las demás personas reales, y respete los derechos sagrados de la nación que ha violado, y su libertad, integridad e independencia, y para inteligencia y cumplimiento de la nación española, mandamos publicar esta solemne declaración que se imprima y fije y circule a todos los pueblos y provincias de España y a las Américas y se haga notoria a la Europa, al África y al Asia. JUNTA SUPREMA CENTRAL (1808): Manifiesto del 6 de junio (declaración de guerra).
La defensa de la Patria y del Rey, la de las Leyes, la de la Religión, la de los derechos todos del hombre, atropellados y violados de una mane­ra que no tiene exemplo por el Emperador de los Franceses, Napoleón I, y por sus tropas [Grande Arméeen España, forzó a la Nación toda a tomar las armas, y a elegirse una forma de gobierno; y en la angus­tia y estrechez en que la pusieron los Franceses, como por una inspiración del Cielo, que casi puede reputarse por milagro, todas o casi todas las provincias crearon Juntas Supremas, se entre­garon a ellas, y pusieron en sus manos los dere­chos y la suerte última de España. Los efectos hasta ahora han correspondido felizmente a los designios que se tuvieron en su creación. Las Provincias se han armado; algunas han formado ejércitos numerosos [...], todas o casi todas han peleado y pelean [Guerrillas] contra los Franceses y por su Rey y Sr. Fernando VII, con un valor y una constancia, de los quales ni Grecia, ni Roma, ni ninguna otra Nación del mundo ha tenido idea. JUNTA SUPREMA CENTRAL (1808): Manifiesto del 3 de agosto.
Se declaran nulos, sin ningún valor ni efecto los derechos de abdicación y cesión de la corona de España, firmados en Francia por los Señores Reyes D. Fernando VII y D. Carlos IV, los dados a su consecuencia por este Monarca, por el Emperador de los franceses y por su hermano Josef, inclusa la constitución firmada por esta monarquía en Bayona con fecha 7 de julio próximo; la que se recogerá por los tribunales, corregidores y justicias del reino, remitiendo sus ejemplares al Consejo para las demás providencias correspondientes.
Igualmente se declaran nulos los tratados que se enuncia en dichos decretos haberse celebrado en Francia por los Sres. D. Carlos IV y D. Fernando VII, los Serenísimos Señores Infantes D. Carlos y D. Antonio, y cuanto se ha ejecutado por el gobierno intruso en estos reinos, así por la violencia con que en todo se ha procedido, como por la falta de autoridad legítima para disponerlo. Y para que conste a todos expídase la circular correspondiente; en la cual se prevendrá también que en los libros de ayuntamiento se copie este auto, tildándose el asiento de proclamación de Josef I. CONSEJO DE CASTILLA (1808): Declaración de nulidad de las abdicaciones de Bayona, en Gaceta de Madrid del 19 agosto 1808.

La Guerra de la Independencia.

El General en Jefe del ejército de reserva responde de la plaza de Zaragoza. Esta hermosa ciudad no sabe rendirse. El Sr. Mariscal del Imperio observará todas las leyes de la guerra y medirá sus fuerzas conmigo. Yo estoy en comunicación con todas partes de la Península, y nada me falta. Sesenta mil hombres, resueltos a batirse, no conocen más premio que el honor, ni yo que los mando. Tengo esta honra, que no la cambio por todos los Imperios. S. E. el Mariscal Moncey se llenará de gloria, si observando las nobles leyes de la guerra, me bate: no será menor la mía si me defiendo. Lo que digo a V. E. es, que mi tropa se batirá con honor; y que desconozco los medios de la opresión que aborrecieron los antiguos Mariscales de Francia.
Nada le importa un sitio a quien sabe morir con honor, y más cuando ya conozco sus efectos en
61 días que duró la vez pasada. Si no supe rendirme entonces, con menos fuerzas, no debe V. E. esperarlo ahora, cuando tengo más que todos los ejércitos que me rodean. La sangre española vertida nos cubre de gloria, al paso que es ignominioso para las armas francesas haber vertido la inocente.
El Sr. Mariscal del Imperio sabrá, que el entusiasmo de 11 millones de habitantes no se apaga con opresión, y que el que quiere ser libre, lo es. No trato de verter la sangre de los que dependen de mi gobierno; pero no hay uno que no la pierda gustoso por defender su Patria. Ayer las tropas francesas dejaron a nuestras puertas bastantes testimonios de esta verdad: no hemos perdido un hombre, y creo poder estar yo más en proporción de hablar al Sr. Mariscal de rendición, si no quiere perder todo su ejército en los muros de esta plaza. La prudencia que le es tan característica y que le da el renombre de bueno, no podrá mirar con indiferencia estos estragos, y más cuando ni la guerra ni los españoles los causan ni autorizan. Si Madrid capituló; Madrid habrá sido vencido y no puedo creerlo; pero Madrid no es más que un pueblo, y no hay razón para que éste ceda. Sólo advierto al Sr. Mariscal que cuando se envía un parlamento, no se hacen bajar dos columnas por distintos puntos, pues se ha estado a pique de romper el fuego, creyendo ser un reconocimiento mas que un parlamento. Tengo el honor de contestar a V. E. Sr. Mariscal Moncey con toda atención, en el único lenguaje que conozco y asegurarle mis más sagrados deberes. PALAFOX, J. de (1808): Respuesta a Moncey durante el segundo sitio a Zaragoza (en Ganga Argüelles, J. (1833): Observaciones sobre la guerra de España que escribieron los señores Clarke, Southey, Londonderry y Napier).


La guerra de la independencia 1808-1814 from asunhistoria
Guerra de Independencia Española por El CorreoHistórico DigitalWikipediaBiblioteca Virtual Miguel de CervantesUn viaje a la Guerra de la Independencia (1808-1814) por el Archivo Histórico Nacional; y Bicentenario de la Guerra de la Independencia por el Ministerio de Cultura.
Fuentes históricas en Gazetas.
PÉREZ GALDÓS, B. (1873): El 19 de marzo y el 2 de mayo.
Escenarios de la guerra: TrafalgarCiudad RodrigoBailén, y Arapiles.
Guerrilleros por Wikipedia y Fundación Juan March.
Reinado de José I Bonaparte por Wikipedia y Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Arco del Triunfo de París: victorias en España.
Audiovisuales "A la sombra de la revolución" de la serie Memoria de España; "2 de Mayo""De Carlos IV a Fernando VII""Los sitios de Zaragoza"; "Guerra de Independencia contra Napoleón" de la serie Historia de España, la noche de los tiempos; "El error de Napoleón""1810, cuando España fue una isla""Los desastres de la guerra de Francisco de Goya"; y "El alzamiento del 2 de mayo", "El avance francés", "La vuelta de Napoleón y el traslado de las cortes" y "Guerrilleros"
 por tunAtun.
Podcasts "El levantamiento del 2 de mayo""Los sitios de Zaragoza de 1808", y "Juan Martín Díez, el empecinado" de Pasajes de la Historia de J. A. Cebrián"Dos de mayo" y "Bailén" de Memorias de un tambor; "Canciones populares de la Guerra de Independencia" de Todo lo cría la tierra; "1808 y la GI" de Documentos de RNE; y "Guerra de Independencia: introducción y recreacionismo histórico" de Plaza de Armas.