Actualizado a 08 de abril de 2024

Fútbol, factor socio-político

Sócrates durante un partido de Corinthians (1983)

En 1934, el fútbol se expandía como espectáculo de multitudes e Italia organizó la segunda Copa del Mundo. Gran oportunidad para ratificar el paso triunfal del fascismo por medio de un logro deportivo de enorme resonancia. Abundan los testimonios acerca de las presiones sofocantes, por decirlo de una manera elegante, que el Duce ejerció sobre sus subordinados. “No sé cómo se hará pero Italia debe ganar este campeonato; es una orden”, dicen que se despachó ante el general Giorgio Vaccaro, presidente de la Federación Italiana de Fútbol. Las amenazas, explícitas o veladas (había para todos los gustos), le dieron a aquel torneo un carácter de simulacro. La prepotencia fascista no echó mano al disimulo para llevar a la selección italiana a lo alto del podio, lugar al que accedió al derrotar a Checoslovaquia en la final. En el camino a la consagración, queda para la mitología el duelo con España (dos partidos) por los cuartos de final, cuando los árbitros consintieron desde patadas salvajes hasta goles ilícitos como contribución a la gesta italiana. CARAVARIO, A.: Fascismo en el fútbol: el simulacro de Mussolini [Líbero].

"Mundial Italia 1934" por Memorias del Fútbol.

“Cuando pisábamos el césped”, declaró en una ocasión Sócrates, “sabíamos que estábamos participando de algo más que en un simple partido de fútbol. Luchábamos por recobrar la libertad en nuestro país”. Y, ciertamente, el clima de euforia democrática que se respiraba dentro del vestuario del Corinthians acabó por relucir en el tapiz verde, pues, pese a la presión que ello conllevaba, los futbolistas eran conscientes de que la consolidación y éxito del proceso emprendido pasaba por hacer llegar el balón al fondo de la red. Así, la misma plantilla que en 1981 había protagonizado una de las peores campañas en la historia del Corinthians, meses después desplegaba un fútbol extremadamente atractivo, senda para la conquista del Campeonato Paulista del 82 y el 83. Además, sabedores de la repercusión que tenían todos sus actos, aquellos rebeldes del balón no dudaban en aprovechar cualquier oportunidad para ejercer de altavoz de las demandas del pueblo. Fue entonces cuando iniciaron campañas como las de imprimir en sus camisetas lemas como ‘Democracia Corinthiana’ o ‘Dia 15 Vote’; saltar a la final del Campeonato Paulista de 1983 escudados tras una pancarta en la que se podía leer ‘Ganhar ou perder, mas sempre com democracia’, o participar, codo con codo, con artistas como el cantautor Gilberto Gil, quien les dedicó la canción Andar com fé, o los entonces activistas, tiempo después presidentes del país, Fernando Henrique Cardoso y Lula da Silva, en las multitudinarias manifestaciones de 1984 promovidas por el movimiento Diretas já. Movilizaciones con las que la sociedad brasileña demandaba que el Congreso aprobara la enmienda Dante de Olivera, propuesta que tenía por objetivo asegurar la elección directa del Jefe de Estado, o lo que es lo mismo, que fuera la gente la que eligiera a su presidente. RODRÍGUEZ, O. (2015): La república de Sócrates [Panenka].

"El partido de la muerte" por La filmoteca maldita.

El Perugia, un equipo casi descendido, se permitió ganarles [a la Juventus de Turín] con un gol de Ravanelli, un galán maduro de 35 años que lloró de emoción. Y entonces llegó el golpe de gracia. A un cuarto de hora del final debutó en la Serie A italiana, a los 31 años, Saadi Gadafi, el hijo del coronel [M. Gadafi, dictador de Libia (1977-2011)], el único futbolista que ha cumplido sanción por dopaje sin jugar un solo minuto, el hombre que ha cambiado las reglas del negocio futbolístico: a Gaddafi no le fichan, él es quien compra el club. La Juve perdió contra un equipo en el que se alineaba Gaddafi, antiguo miembro de su consejo de administración, ex-accionista de la sociedad, socio privilegiado de los Agnelli, futbolista de chiste. GONZALEZ, E. (2015): Historias del Calcio.

"El partido que inició una guerra" por Tiempos del deporte.

[Éric Cantona], en mitad del partido, fue directo hacia la grada y propinó una patada voladora a un aficionado del Crystal Palace que le costó nueve meses de sanción, 120 horas de trabajos comunitarios y 30.000 euros de multa. Al tiempo se supo que la víctima era un ultra con antecedentes que le había gritado: “Vuelve a tu país con tu puta madre, bastardo”. El exfutbolista marsellés jamás se arrepintió de aquel suceso. “He vivido grandes momentos en mi carrera, pero el mejor fue cuando le di la patada a aquel fascista”, explicó. Una imagen icónica que apela a su consciencia de clase: “Vengo de una familia de inmigrantes y rebeldes, de soldados y trabajadores, soy quien soy por mis raíces. Me hubiera encantado patearle aún más fuerte”, sentenció. LÓPEZ, A. (2023): La patada contra el fascismo de Cantona [Panenka].

"Buscando a Éric" (2009).

KUPER, S. (2012): Fútbol contra el enemigo.
MCGINNISS, J. (2014): El milagro de Castel di Sangro.
CURLETTO, M. A. (2018): Fútbol y poder en la URSS de Stalin.
VILLALOBOS, C. (2020): Fútbol y fascismo.
MAZARRASA, G. (2020): Zico o Austria.
PADILLA, T. (2021): El historiador en el estadio.
PADILLA, T. (2023): Unico grande amore.
Rivolta del Pallone (Caserta-ITA 1969) por Wikipedia y Filmati calcio.
Cine: Evasión o victoria (1981);