Actualizado a 15 de octubre de 2025

La Iglesia durante la Edad Media

"Fortaleza de la fe defendida por el Papa y la jerarquía eclesiástica" (s.XIX), por P. Lacroix.

Al más glorioso y digno hijo, Ethelbert, rey de los ingleses, de Gregorio, obispo.
¡Oh!, noble hijo, trabaja diligentemente para conservar la gracia que has recibido de Dios, procura con rapidez divulgar la fe de Cristo al pueblo a ti sujeto, acrecienta el celo de tu rectitud en su conversión; tú mismo muéstrate en contra del culto de los ídolos, derriba sus templos, incita a la virtud en las costumbres de tus súbditos mediante la pureza de tu vida, con palabras de exhortación, temiendo con bellas palabras, corrección y dando el ejemplo en hacer buenas obras. También apresura en extender entre los reyes y reinos sujetos a tu dominio, el conocimiento del único Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, mérito por el cual puedes sobrepasar en ilustre fama a los antiguos reyes de tu nación. GREGORIO MAGNO (s. VI): Carta al rey de Kent [en BEDA (731): Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum, I, 32].

 
Esquemas de la institución de la Iglesia Católica.

Un mensajero imperial se apresuró a ir a la presencia del mencionado cristianísimo rey de los francos. Lo encontró más acá de la frontera lombarda, no lejos de la ciudad de Pavía, y le rogó urgentemente, con la promesa de muchos presentes imperiales, que entregara a las autoridades imperiales la ciudad de Ravena y las otras ciudades y las fortalezas del Exarcado. Pero no pudo persuadir al fuerte corazón de ese cristianísimo y benévolo rey, que era fiel a Dios y amaba a San Pedro, es decir, Pipino, rey de los francos, a entregar esas ciudades y lugares a la autoridad imperial. Ese mismo amigo de Dios, muy bondadoso rey, se negó rotundamente a enajenar esas ciudades del poder de San Pedro y de la jurisdicción de la Iglesia Romana o pontífice de la Sede Apostólica. Afirmó bajo juramento que no había hecho la guerra tantas veces para obtener el favor de nadie, sino por el amor de San Pedro y por la remisión de sus pecados, y declaró que el acrecentamiento de su tesoro no le persuadiría a quitar lo que una vez había ofrecido a San Pedro [...]
Habiendo adquirido todas estas ciudades, redactó un documento de donación para la posesión perpetua de ellos por San Pedro y la Iglesia Romana y por todos los pontífices de la sede apostólica. Este documento todavía existe en los archivos de nuestra Santa Iglesia. El cristianísimo rey de los francos envió a su consejero Fulrad, venerable abad y sacerdote, a tomar posesión de las ciudades, y él mismo se puso en camino alegremente y sin tardanza con sus ejércitos para regresar a Francia. El dicho venerable abad y sacerdote, Fulrad, vino a la región de Ravena, con embajadores del rey Astolfo, y entrando en todas las ciudades de la Pentápolis y Emilia, tomó posesión de ellas, y también rehenes de entre los hombres principales de cada ciudad, y recibió las llaves de las puertas. Entonces vino a Roma, y, poniendo sobre la tumba de San Pedro las llaves de Ravena y las de las otras ciudades del Exarcado junto con la ya mencionada donación referente a ellas concedida por su rey, las entregó para que quedaran en propiedad y en dominio perpetuos del apóstol de Dios y de su santísimo vicario, el Papa, y de todos sus sucesores en el papado. Vita Stephani, II, Ed. L. Duchesne, in Liber Pontificalis, Paris, 1886, pp. 452-454 [DONACIÓN DE PIPINO EL BREVE (756)].

 
La vida de los monasterios.

1. Que la Iglesia Romana fue fundada sólo por Dios.
2. Que sólo el pontífice romano puede ser llamado, en justicia, universal.
3. Que sólo él puede deponer a los obispos o reconciliarlos.
4. Que su legado, en un concilio, tiene preeminencia sobre todos los obispos, aunque sea inferior a ellos en grado, y contra ellos puede dar sentencia de deposición.
5. Que a los ausentes el Papa puede deponer.
6. Que respecto de los excomulgados, entre otras cosas, no se puede habitar en la misma casa.
7. Que sólo él puede, según la necesidad de los tiempos, congregar nuevas gentes, hacer de una colegiata una abadía, y al contrario, dividir un obispado rico y unir obispados pobres.
8. Que sólo él puede utilizar las insignias imperiales.
9. Que sólo al Papa todos los príncipes deben besar los pies.
10. Que sólo su nombre es pronunciado en las iglesias.
11. Que es único su nombre en el mundo.
12. Que a él es lícito deponer emperadores.
13. Que a él es lícito, de sede a sede, urgido por la necesidad, cambiar a los obispos.
14. Que de cualquier iglesia, donde él quiera, puede ordenar clérigos.
15. Que aquél que ha sido ordenado por él puede presidir en la iglesia de otro, pero no hacer la guerra; y de otro obispo no puede recibir grados superiores.
16. Que ningún sínodo puede llamarse general sin su mandato.
17. Que ningún capítulo o libro pueden ser tenidos como canónicos sin su autoridad.
18. Que sus sentencias no pueden ser retractadas por nadie, y sólo él puede retractar las de todos.
19. Que por nadie él mismo puede ser juzgado.
20. Que nadie tenga la audacia de condenar a aquel que apela a la Sede Apostólica.
21. Que las causas mayores de la Iglesia a ella deben ser remitidas.
22. Que la Iglesia Romana nunca ha errado y en el futuro, según el testimonio de la Escritura, no errará.
23. Que el pontífice romano, si fue canónicamente ordenado, por los méritos del bienaventurado Pedro, se convierte indudablemente en santo, y testimonio de ésto dan San Ennodio, obispo de Pavía, y muchos santos padres están de acuerdo, y está escrito en los decretos del beato Papa Símaco.
24. Que con su precepto y licencia es lícito a los súbditos acusar.
25. Que él puede, fuera de una asamblea sinodial, deponer obispos o reconciliarlos.
26. Que no puede ser tenido como católico, quien no concuerda con la Iglesia Romana.
27. Que [el Papa] puede del juramento de fidelidad a los inicuos absolver a los súbditos.
GREGORIO VII (1075): Dictatus Papae.

Mapa rutas de peregrinación medievales.

Es nueva esta milicia [los templarios]. Jamás se conoció otra igual, porque lucha sin descanso combatiendo a la vez en un doble frente: contra los hombres de carne y hueso, y contra las fuerzas espirituales del mal .. Marchad, pues, soldados, seguros al combate y cargad valientes contra los enemigos de la cruz de Cristo... Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor'. ¡Con cuánta gloria vuelven los que han vencido en una batalla! ¡Qué felices mueren los mártires en el combate! Alégrate, valeroso atleta, si vives y vences en el señor; pero salta de gozo y de gloria si mueres y te unes íntimamente con el Señor. BERNARDO DE CLARAVAL (1133): Elogio de la nueva milicia templaria.

"Scriptorium" de El nombre de la rosa (1986).

Papado medieval por 
Cisma de Oriente por
Ordenes eclesiásticas: Benedictinos, Cluniacenses, Cistercienses
Querella de la Investiduras por
Cisma de Occidente por
Un día cotidiano de un monje en la Abadía de Cluny, por Medweb [2ºESO].
Audiovisuales "Órdenes militares en el Reino de León" de Ricardo Escobar"El camino mágico"; "El camino de Santiago" de Odisea; "Los herejes medievales" y "El proceso inquisitorial y los castigos" de Manusoci61; "Los Cátaros" de Historias al descubierto
Podcast "Camino de Santiago" por Ser Historia y "Hallazgo del sepulcro de Santiago: leyenda y realidad" por Medievalia.
Cine: El nombre de la rosa (1986).
FUENTES: Wikipedia; Meisterdrucke y Medweb.