Píxide de Al-Mughira (siglo X)
El reinado de Abd Al-Rahman [III] duró cincuenta años con la mayor gloria y el poder más incontrastable, conquistando ciudades por Oriente y Occidente, combatiendo y venciendo a los cristianos, arrasando sus comarcas y destruyendo sus castillos con tal fortuna que jamás tuvo contratiempo, ni su estado sufrió detrimento alguno. A tal punto llegó su próspera suerte, que Dios le concedió la conquista de ilustres ciudades y fuertes castillos a la otra parte del mar, tales como Ceuta y Tánger y otras poblaciones cuyos habitantes reconocieron su autoridad. Mandó a ellas sus alcaides y soldados que las mantuvieran, auxiliándolas con numerosos ejércitos y escuadras, que invadieron el país berberisco, venciendo a sus reyes, quienes se encontraron obligados a ocultarse estrechados por todas partes, o a someterse arrepentidos o a emprender la fuga. Todos pusieron en él su afecto; a él se dirigieron todas las inteligencias y vinieron a favorecerle y ayudarle en sus guerras los mismos que antes formaban parte de sus enemigos y habían puesto su conato en combatirle; pero retrocedió en su marcha, y su orgullo le extravió cuando el estado de su reino era tal que si hubiera perseverado en su antigua energía con la ayuda de Dios hubiera conquistado el Oriente no menos que el Occidente. Pero se inclinó, Dios le haya perdonado, a los placeres mundanos; apoderose de él la soberbia, comenzó a nombrar gobernadores más por favor que por mérito, tomó por ministros personas incapaces e irritó a los nobles con favores que otorgaba a los villanos, como Nachda el de Hira y sus compañeros de la misma ralea. Dio a éste el mando del ejército y le confió los más arduos asuntos [...]. Fue derrotado de la manera más desastrosa [...]. Desde entonces no volvió a salir a campaña personalmente, sino que se dedicó a sus placeres y a sus construcciones, en lo que llegó a un punto al que no habían llegado sus predecesores, ni alcanzaron después sus sucesores; contándose de él en este concepto muchas anécdotas que, por sobrado conocidas, no son de referir. Reunió una servidumbre de hombres eminentes y de ilustres literatos como no habían reunido jamás otros reyes, siendo a la vez personas de purísima conducta y ejemplar vida. AJBAR MACHMUA (s. XI) [crónica árabe anónima].
Uno de los detalles que dan idea de esta enorme opulencia es que los derechos de acuñación en la ceca, para los dinares y los dirhemes, ascendían anualmente a 200.000 dinares. Añadamos a ello las contribuciones y las rentas del país, los impuestos territoriales, los diezmos, los arrendamientos, los peajes, los impuestos de capitación, las tasas aduaneras sobre las numerosas mercancías que entran y salen a bordo de los navíos, así como los derechos percibidos en las tiendas de los mercados urbanos. He oído contar a más de un recaudador de confianza que el total de los ingresos hasta el año 340 [951-952] no era inferior a 20.000.000 dinares aproximadamente, sin contar las mercancías, las joyas trabajadas, los aparejos de navíos, así como las piezas de orfebrería de las que los príncipes no pueden prescindir. Después de la muerte de Abd al-Rahman [III] la autoridad recayó en su hijo Al-Hakam [II]. Sometió a confiscaciones a los cortesanos de su padre, apropiándose de las riquezas de sus servidores y ministros. El resultado de esta operación se elevó a veinte millones de dinares. Esta enorme fortuna no ha sido igualada en su época dentro del Islam. IBN HAWQAL (s. X): La faz de la Tierra.
Introdujo a Ordoño [IV de León] en el salón Muhammad ben Al Qarim ben Tumlus. Vestía una túnica de brocado blanco, de manufactura cristiana, y una capa de la misma calidad y color y se cubría con una gorra adornada con costosas joyas. Ordoño se trasladó desde su residencia de Córdoba a Medina al-Zahra acompañado de los principales cristianos de Al-Andalus: Walid ben Jaizuran, juez de los mismos, y Ubaid Allah ben Qasim, metropolitano de Toledo. Próximos ya al palacio, Ordoño hubo de seguir un camino a cuyos lados estaba formada la infantería, colocada en orden tan admirable que los ojos se quedaban asombrados por su uniformidad, y en tan apretadas filas que la mente se sorprendía de sunúmero. Tal era la brillantez de sus corazas y armas, que los cristianos estaban estupefactos de lo que veían. Con la cabeza baja, los párpados entornados y los ojos semicerrados llegaron hasta la puerta exterior de Medina al-Zahra, llamada bab al-Akuba [Puerta de las Cúpulas], donde desmontaron los que habían ido a esperar a Ordoño [...] Cuando se halló ante el trono, se echó al suelo y permaneció algunos instantes en tal humilde posición; se levantó, avanzó unos pasos, se postró de nuevo y repitió tal ceremonia varias veces, hasta que llegó a poca distancia del califa [Hisham II]. Le tomó y besó la mano, marchó luego hacia atrás sin volver la cara, hasta llegar a un asiento cubierto con una tela de oro, que había sido preparado para él a unos diez cúbitos de distancia del trono real, siempre asombrado por lo imponente de la escena. Los condes de su séquito, a los que se había permitido la entrada a la presencia real, avanzaron, postrándose repetidas veces, hasta el trono del califa; les dio este a besar su mano y retrocedieron enseguida para colocarse al lado de su rey. Entre ellos estaba Walid ben Jayzuran, que era, como queda dicho, cadí o juez de los cristianos de Córdoba y que actuó de intérprete. AL-MAQQARI (siglo XVII): Exhalación del olor suave del ramo verde del Al-Ándalus e historia del visir Lisan ed din ben Aljathib.
Ciudad-Palacio Medina Azahara (s. X)
El converso Fulan ben Fulan, estando con salud y jurídicamente capaz, en pleno dominio de su inteligencia y razón, invoca la declaración de los testigos de esta acta sobre [el hecho] que abandona la religión cristiana, que rechaza, y entra en la religión del islam, que prefiere a la [anterior]. Atestigua que no hay más dios que Allah, el único, el que no tiene copartícipes; que Muría, que Dios le bendiga y salve, es su enviado, su verbo y su aliento que mandó a María. Se ha purificado para [recibir] el islam y ha rezado. Reconoce las normas del islam: la ablución, oración, limosna legal, ayuno del mes de Ramadán, la peregrinación a la Casa [santa], para todo aquel que pueda, conociendo sus límites y momentos. Se compromete a ello, abraza el islam y se regocija por entrar en éste. Da gracias a Dios, quien se lo inspiró y le encaminó. Sabe que la [única] religión a los ojos de Dios es el islam que abrogó todas las demás; que el islam las supera a todas, sin ser superado por ninguna y que Dios no acepta más que el islam, no contentándose con ninguna otra. Se ha convertido de buen grado, tranquilamente, sin temor a nada, ni por aversión [de algo], ni esperar recompensa alguna, en presencia de Fulano.” Formulario notarial de Ibn al Attar (siglo X).
Al-Mansur había llegado en esta época al más alto grado de poder. Socorrido por Allah en sus guerras con los príncipes cristianos, marchó contra Santiago, ciudad de Galicia, que es el más importante santuario cristiano de España y de las regiones cercanas del continente. La iglesia de Santiago es como la Qaaba para nosotros [...]. Al-Mansur dirigió contra tal ciudad la expedición estival que salió de Córdoba el sábado 23 Chumada II de 387 [3 julio 997], que era su cuadragésimo octava campaña [...]. [Después de diversas peripecias los musulmanes] fueron a acampar ante la orgullosa ciudad de Santiago el 2 de Xaban [10 de agosto]. La habían abandonado todos sus habitantes y los musulmanes se apoderaron de todas las riquezas que en ella hallaron y derribaron las construcciones, las murallas y la iglesia, de modo que no quedaron huellas de las mismas. Sin embargo, los guardias colocados por al-Mansur para hacer respetar el sepulcro del santo impidieron que la tumba del santo recibiera daño alguno. Pero todos los hermosos palacios, sólidamente construidos, que se alzaban en la ciudad, fueron reducidos a polvo y no se hubiera sospechado tras su arrasamiento que hubieran existido allí la víspera. Se llevó a cabo la destrucción durante los dos días que siguieron al miércoles 2 de Xaban. Las tropas conquistaron después las comarcas vecinas y llegaron hasta la península de San Mankas que avanza en el Océano, punto extremo al que ningún musulmán había arribado hasta entonces y que sólo había sido hollado hasta allí por los pies de sus habitantes [...]. En Santiago, Al-Mansur no había encontrado sino un viejo monje sentado junto a la tumba del santo. Le preguntó: "¿Por qué estáis ahí?", "Para honrar a Santiago", respondió el monje, y el vencedor dio orden de que le dejaran tranquilo. IBN IDHARI (s. XIV): Bayan al-Mugrib.
Listado de gobernantes del Emirato y el Califato, por Lluis Belenes.
Almanzor por Wikipedia
Fitna de Al-Ándalus (1009-1031) por Wikipedia
Audiovisuales "Islám y resistencia cristiana" de Memoria de España; "El califato de Córdoba" por Arqueomanía; "El Califato Omeya de Córdoba" de El legado andalusí; y "Reino de León vs Califato" por Esto es otra Historia.
Podcast "Abd al-Rahman III", "Al-Mansur: el victorioso de Alá" y "La caída del Califato Omeya" por Antena Historia; y "Abd al-Rahman III" de Pasajes de la Historia.
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PRÁCTICA "Ciudad musulmana medieval" [2º ESO].