Actualizado a 08 de abril de 2024

El fascismo italiano

 

Discurso de Mussolini en Roma (1935).

El Fascismo es un movimiento antiguo y reciente en el espíritu italiano, conectado íntimamente a la historia de la Nación italiana, pero no carente de interés para todas las otras naciones. Sus orígenes inmediatos se remontan a 1919, cuando en torno a Benito Mussolini se reúne un puñado de hombres, veteranos de las trincheras y dispuestos a combatir enérgicamente la política democrática liberal, entonces imperante. Esta política veía en la Gran Guerra, de la que el pueblo italiano había salido victorioso, pero agotado, solamente sus conveniencias materiales y dejaba desperdiciar, si no es que negaba abiertamente, el valor moral. La presentaba a los italianos desde un punto de vista mezquinamente individualista y utilitario, como suma de sacrificios por los cuales ninguno, por su parte, debía ser compensado en proporción al daño sufrido. Guerra en donde se dio una presuntuosa y amenazante contraposición del sector privado con el Estado, un desconocimiento de su autoridad, una disminución del prestigio del ejército y los valores nacionales (símbolos de la Nación, muy por encima de los individuos y de las categorías particulares de los ciudadanos), y un desenfreno de las pasiones y de los instintos inferiores, fomento de disgregaciones sociales, de degeneración moral, de espíritu egoísta e inconsciente en contra de toda ley y disciplina. [...] De aquí el carácter espiritual del fascismo. Este carácter espiritual y por ello intransigente, explica el método de lucha seguido por el Fascismo durante los cuatro años que van del 19 al 22. Los fascistas eran minoría en el país y en el Parlamento, en donde entraron en pequeño núcleo durante las elecciones de 1921. El Estado constitucional era por ello, y debía serlo, antifascista, porque era el Estado de la mayoría y el Fascismo tenía en su contra a este Estado que se decía liberal. [...] Era la fe misma madurada en las trincheras y en el repensar intenso acerca del sacrificio consumado en los campos de batalla, por el único fin que pudiese justificarlo: la vida y la grandeza de la Patria. [...] Surge así el "escuadrismo": jóvenes resueltos, armados, vistiendo las camisas negras, ordenados militarmente, se opusieron a la ley para instaurar una nueva ley; fuerza armada contra el Estado para fundar el nuevo Estado. El "escuadrismo" actuó contra las fuerzas disgregadoras anti-nacionales cuya actividad culminó en la huelga general de julio de 1922, cuando columnas armadas de fascistas, después de haber ocupado los edificios públicos de las provincias, marcharon sobre Roma. [...] Esta Patria es, pues, reconsagración de las instituciones y los valores patrios, que son la constancia de la civilización en el flujo en la perennidad de las tradiciones. Y es escuela de subordinación de aquello que es particular e inferior a aquello que es universal e inmortal. Es respeto a la ley y a la disciplina. Es: libertad, pero libertad para conquistarla dentro de la ley que se instaura con la renuncia a todo aquello que es pequeño arbitrio y veleidad irracional y disipadora. Es concepción austera de la vida y seriedad religiosa que no distingue la teoría de la práctica, el decir del hacer, y no pinta ideales magníficos para relegarlos fuera de este mundo, donde entre tanto, se puede continuar viviendo vil y miserablemente. [...] Este ideal es un ideal, pero un ideal por el cual se lucha en la Italia de hoy, con muy fieros contrastes que demuestran que se hace en serio y que hay fe en las almas. El Fascismo, como todos los grandes movimientos, se hace siempre más fuerte, más capaz de atracción y de absorción, más eficiente y engranado en el mecanismo de los espíritus, de las ideas, de los intereses y las instituciones; en suma, en la unión viva del pueblo italiano. Y entonces, ya no es el caso de contar y medir a cada hombre, sino de mirar y evaluar la idea que, como toda idea verdadera, es decir, viva, dotada de una potencia propia, no es hecha por los hombres, sino para los hombres. GENTILE, G. (1925): Manifiesto de los intelectuales fascistas.

"El primer estado protofascista: Fiume y D'Annunzio" por Historia y Leyendas.

A medianoche, cuando la población está durmiendo, llegan a los pueblos pequeños los camiones con los fascistas, acompañados, como es lógico, por los dirigentes agrarios locales, que actúan de guías, pues si no fuera así les sería imposible saber, en la oscuridad de la noche, dónde se encuentran las casas de !os dirigentes de los sindicatos agrarios o el pequeño local dónde se reunen los líderes obreros [...]. Así, cuando el dirigente sale, lo detienen inmediatamente, lo maniatan, lo hacen subir al camión y una vez allí es objeto de las máximas humillaciones, y esto cuando no realizan el simulacro de fusilarlo o de colgarlo de un árbol. Después lo dejan en medio del campo, desnudo y atado aun árbol. MATTEOTTI, G. (2021): Discurso parlamentario.

Declaro aquí, delante de esta Asamblea y de todo el pueblo italiano, que asumo yo solo la responsabilidad política, moral e histórica de lo que ha ocurrido [...]. Si el fascismo es una asociación criminal, yo soy su jefe! Si todas las violencias han sido el resultado de un cierto clima histórico, político y moral, yo tengo la responsabilidad, ya que [...] lo he creado yo mismo, con la propaganda hecha por la intervención en la guerra hasta nuestros días [...]. El fascismo, gobierno y partido, son absolutamente eficaces. Señores, se han hecho ustedes ilusiones. Han creído que el fascismo estaba acabado porque yo lo retenía, que estaba muerto porque yo lo corregía y, sobre todo, han tenido ustedes la crueldad de decirlo. ¿Qué ocurrirá si me pongo a desarrollar sólo la centésima parte de la energía que he aplicado para frenarlo? Ustedes verán [...]. No será necesario, ya que el gobierno es lo suficientemente fuerte para quebrar definitivamente la sedición del Aventino. Italia, señores, quiere paz, tranquilidad y calma en el trabajo. Se la daremos si es posible con cariño, si no, por la fuerza. MUSSOLINI, B. (1925): Discurso en el Parlamento Italiano del 3 de enero.

Siendo antiindividualista, el sistema de vida fascista pone de relieve la importancia del Estado y reconoce al individuo sólo en la medida en que sus intereses coinciden con los del Estado. Se opone al Liberalismo clásico que surgió como reacción al Absolutismo y agotó su función histórica cuando el Estado se convirtió en la expresión de la conciencia y la voluntad del pueblo. El Liberalismo negó al Estado en nombre del individuo; el Fascismo reafirma los derechos del Estado como la expresión de la verdadera esencia de lo individual. La concepción fascista del Estado lo abarca todo; fuera de él no pueden existir, y menos aún valer, valores humanos y espirituales. Entendido de esta manera, el Fascismo es Totalitarismo, y el Estado fascista, como síntesis y unidad que incluye todos los valores, interpreta, desarrolla y otorga poder adicional a la vida entera de un pueblo [...]. El Fascismo, en suma, no es sólo un legislador y fundador de instituciones, sino un educador y un promotor de la vida espiritual. No intenta meramente remodelar las formas de vida, sino también su contenido, su carácter y su fe. Para lograr ese propósito impone la disciplina y hace uso de su autoridad, impregnando la mente y rigiendo con imperio indiscutible. […] Ante todo, el Fascismo, en lo que concierne en general al futuro y al desarrollo de la Humanidad, y dejando aparte toda consideración de política actual, no cree en la posibilidad ni en la utilidad de la paz perpetua. Por esa razón rechaza el pacifismo, el cual en el fondo esconde una renuncia a la lucha y una cobardía ante el sacrificio. Únicamente la guerra lleva a su punto máximo de tensión todas las energías humanas e imprime un sello de nobleza a los pueblos que poseen la valentía de enfrentarse a ella. Las restantes experiencias son sólo sucedáneos que no colocan nunca al hombre frente a él mismo, ante la alternativa de la vida o la muerte. Es por ello que una doctrina que parta del postulado previo de la paz es ajena al Fascismo. Así como son ajenos al Fascismo, aunque se hayan aceptado por lo que puedan tener de útiles en ciertas situaciones políticas, todas las construcciones internacionales y societarias [Sociedad De Naciones], las cuales, como bien ha demostrado la Historia, pueden disgregarse en el viento en cuanto que ciertos elementos sentimentales, ideales o prácticos, agitan el corazón de los pueblos. MUSSOLINI, B. (1932): La doctrina del Fascismo [pdf].
Cuando, por medio de la creación de la Milicia, guardia armada del Partido y de la Revolución y por la constitución del Gran Consejo, órgano supremo de la Revolución, se golpeó con un sólo golpe la práctica y la teoría del Liberalismo, entonces nos metimos definitivamente por la vía de la Revolución. Hoy estamos enterrando el liberalismo económico. El Corporativismo desempeña en el terreno económico el mismo papel que el Gran Consejo y la Milicia han desempeñado en el plano político. El Corporativismo es la economía disciplinada y por consiguiente, controlada, porque no es posible una disciplina sin control. El Corporativismo supera al Socialismo y al Liberalismo, creando una síntesis nueva. He aquí un hecho sintomático, sobre el que se ha reflexionado muy poco: la decadencia del capitalismo coincide con la decadencia del socialismo. Todos los partidos socialistas de Europa están por los suelos. Y no me refiero sólo a Italia y Alemania, sino también a otros países. MUSSOLINI, B. (1933): Discurso sobre el Estado corporativo.

Nosotros, los jóvenes [de entonces] no nos habíamos adherido al Fascismo. Nacidos dentro de él, esto nos había eximido de la elección. En todas nuestras casas había ancianos que añoraban y exaltaban la Italia liberal de los «notables», su rigor administrativo, sus correctas finanzas, la lira y su agio [lucro] sobre el oro, etc. Pero eran viejos, viejo era su lenguaje [...]. Para nosotros, la Liberaldemocracia era la impotencia, el desorden, las divisiones sectarias y, por último, la deserción y la rendición. Tal vez este sumario juicio de condena no era del todo desinteresado. Nos permitía abandonamos con la conciencia tranquila al Fascismo, que, en el fondo, era la solución más cómoda. El Fascismo era, por el momento, el gregarismo querido a todos los jóvenes, el uniforme militar, las reuniones y asambleas, el coro, el deporte, las excursiones al mar y a la montaña; y para el mañana inmediato, una carrera segura ampliamente favorecida. El entusiasmo es fácil si, además, procura beneficios. MONTANELLI, I. y M. CERVI, M. (1982): La Italia lictoria.

Fascismo Italiano por WikipediaArteHistoria e IES Bachiller Sabuco
B. Mussolini por Wikipedia
Audiovisuales "Hitler y Mussolini, una amistad brutal"; capítulos 1 y 2 de "Mussolini-Hitler: la ópera de los asesinos"; "Mussolini" de la serie Biografías"Las dos muertes de Mussolini""Mussolini y España" de Para todos la 2 de Rtve;  "Fascism and Balilla""Opera Nazionale Balilla""Discursos de Mussolini", "Yo Mussolini" por Leo Bassi.
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