"Meando del Melero", Cáceres-Salamanca.
Estas formaciones boscosas quizás sean, junto a los sabinares albares, las más originales de la Península Ibérica. En primer lugar, debido al carácter casi endémico de la especie arbórea dominante (Abies pinsapo), abeto de indudable valor biogeográfico y paisajístico. Además, la extensión de los pinsapares es muy reducida, siendo su área de distribución ibérica exclusiva de determinados puntos de la serranía de Ronda, en el extremo occidental de la cordillera Bética. A ellos podríamos unir los bosques del Rif marroquí, que constituyen masas muy semejantes.
Por otra parte, la localización de sus masas tan restringida en montañas de clima mediterráneo extraordinariamente lluviosas, junto a su fisonomía de abetal tan extraña a los bosques de la Iberia seca o su composición florística, mezcla de elementos de varias formaciones vegetales, son otras tantas características singulares del pinsapar.
Finalmente podríamos añadir su alto valor estético por el contraste que ofrecen las copas del pinsapo, de color verde muy oscuro, sobre las calizas blancas o grisáceas y peridotitas rojizas que constituyen su sustrato habitual.
A pesar de que el pinsapo no fue descrito como especie diferente del abeto común hasta 1838, evidentemente su existencia y aprovechamientos eran conocidos desde antiguo. Así, en un conteo del número de pies de cada especie arbórea de la provincia de «Jerez de la Frontera» en 1751 aparecen detallados los pinzapos nuevos, crecidos y viejos que existían en las «Villas de la Serranía de Villaluenga, Benaocaz, Grazalema y Ubrique».
[...] Se trata de un abeto robusto y elegante, con un tronco derecho y de corteza cenicienta, casi lisa en los jóvenes y gruesa y algo agrietada en los ejemplares más añosos. Las ramas principales se disponen en aparentes verticilos alrededor del eje principal y son casi horizontales, comenzando cerca de la base y decreciendo en longitud hacia el ápice, de forma que adquiere un porte cónico-piramidal, algo deprimido en los ejemplares más viejos. Sin embargo, este típico porte puede variar según los tratamientos y vicisitudes que haya sufrido.
[...] Los incendios y el sobrepastoreo han sido los mayores enemigos del pinsapo [...]. En los últimos años se han comenzado a tomar medidas de protección con desigual efectividad según la zona [...]. En el pinsapar gaditano (declarado Reserva de la Biosfera en 1977 e incluido desde 1984 en el Parque Natural de la Sierra de Grazalema) parece haberse logrado una muy aceptable protección [...]. Esperamos que estas figuras de protección pongan coto a ciertos proyectos urbanísticos, incendios provocados, sobrepastoreo, excesivo número de visitantes incontrolados, construcción de numerosas pistas o extracción de ramas y pinsapos jóvenes para su venta como árboles de navidad, actuaciones que estaban causando graves perjuicios en estas interesantísimas formaciones vegetales. COSTA M., MORLA C, y SAINZ, H. (1998): Los bosques ibéricos.
"Paisajes naturales de España y la influencia del ser humano" por Yucaan.
Desde comienzos del Pleistoceno todas las especies arbóreas que hoy existen en la península Ibérica estaban entonces presentes, incluidas algunas cuya introducción se atribuye a los romanos, como el nogal (Juglas regia), pinos, particularmente el piñonero (P. pinea), y el castaño (Castanea sativa). De ahí que todos los árboles que en la actualidad forman masas de vegetación sean autóctonos de España. Especies exóticas solo son los eucaliptos y el pino de Monterrey (P. insignis), introducidas a finales del siglo XIX (comienzos del XX con fines industriales por su rápido crecimiento, ambas como base de la producción de celulosa para la fabricación de papel y de rayón) este último casi desaparecido del mercado, (desplazado por las fibras sintéticas) y la primera también como abastecedora de apeas de las minas, en particular las del carbón, durante mucho tiempo.
Todas las especies, lo mismo las de jaez aquilónico (P. silvestris), abedul (Betula), abeto (Abies), que las mesofilas, como las hayas (Fagus sylvatica), el carballo (Quercus robur), los otros robles (Q. petrae y Q. pyrenaica), que las más termófilas y xerófilas, como las encinas (Q. ilex, Q. rotundifolia), el quejigo (Q. faginea), y los pinos negral (P pinaster), pudio o cascalvo (P. nigra salmanzi), o el carrasco (P. halepensis), asi como otras varias, encontraron refugio en España y otros países mediterráneos durante las etapas glaciares pleistocenas en ecotoposbiotopos muy protegidos. Después de la última, el Warm (10-15.000 años), iniciaron su expansión buscando las condiciones que les eran más favorables; y en el decurso del Holoceno adquirieron una distribución semejante a la que hoy presentan como masas arbóreas. Otra cuestión distinta es su cortejo florístico acompañante, presenta más dudas. Estas masas el paisaje vegetal-son, por tanto, biológicamente una herencia del Pleistoceno. De ahí que tenga su razón, como se hace en biogeografía, estudiarlas en relación con el complejo ecológico de la actualidad, más o menos estable desde hace aproximadamente entre 2.000-4.000 años. Desde luego no se van a encontrar abedulares en las llanuras manchegas, ni pinares de carrasco en la España atlántica. Pero si hay muchos de estos taxones que presentan una aparente deslocalización, y que son residuales, más que relictos, de aquellos periodos. Es el caso de los encinares de la costa cantábrica en Santander-Ribamontán al Mar- y en el País Vasco-Oroz. Gaztelu, Ondarroa, entre otros y aun en plena Montaña (Liébana). Al igual que los hayedos de la Cordillera Cen- tral-el del Puerto de la Quesera en la sierra de Riaza y el de Montejo en la de Guadarrama- o los que se encuentran en la comarca de Las Loras (Cordillera Cantábrica) a una decena de kilómetros de la cuenca sedimentaria del Duero, ya casi en el dominio ecológico de la España mediterránea (Corralejos, Paul, Escuderos). GARCIA FERNÁNDEZ, J. (2002): "La explotación de los montes y la humanización del paisaje vegetal (cuestiones de método previas)", Investigaciones Geográficas, nº 29.
Mapas de vegetación potencial y actual; y de regiones fitoclimáticas y bioclimáticas.
Al ser declarada Parque Nacional la porción más occidental de los Picos de Europa (Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, que en 1918 se convierte en el primero sobre suelo español), los valores que se advirtieron no fueron muy distintos en esencia de los que sirvieron para la creación de los parques norteamericanos. Hay, además, una similitud en el componente de afirmación nacional, ya que la declaración del Parque de Covadonga coincide con el XII centenario de la batalla con la que se inició la Reconquista.
En cualquier caso, los elementos biogeográficos fueron altamente valorados. Los hayedos y robledales de Vegabaño y el alto Dobra, el bosque de Pome, son objeto de atención junto con los caracteres específicos de su fauna salvaje. Esta, a su vez, no solo fue valorada por su mera presencia, sino también por la dificultad que ofrecía su caza. No hay que olvidar que con anterioridad a la declaración del Parque Nacional, los alcaldes lebaniegos ya habían ofrecido al rey Alfonso XIII los derechos de caza sobre una amplia porción de la montaña, creándose así el Coto Real de caza de los Picos de Europa; ni tampoco, que don Pedro Pidal se refería a estas montañas como su cazadero favorito de robezos».
Sin embargo, también es fundamental la evocación del paisaje de la Peña, el que habían dado a conocer Casiano de Prado, primero, y Labrouche y Saint-Saud después, y el que posteriormente glosara Bernaldo de Quirós (1923): "La Torre y la Canal son los elementos de los Picos de Europa, como la Loma y el Tajo los de Sierra Nevada. La Canal ha sido definida muy exactamente como la negativa o el vaciado, el huecorrelieve de la montaña, siendo, por consiguiente, una forma y un concepto mucho más amplio que el de simple barranco".
Son, de hecho, las formas de relieve, su grandiosidad, las que otorgan singularidad a este espacio, mientras que "tanto la fauna como la flora animan estas montañas calizas, participando de una armonía entre cumbres y valles, «entre peladas cresterías y los umbrosos bosques" (Delgado, 1932), de modo que los valores biogeográficos, junto con los etnográficos, históricos y culturales no hacen sino realzar la entidad de los relieves calcáreos. Es un paisaje en el que lo monumental, lo pintoresco y lo agreste constituye el valor fundamental, aunque los cinturones forestales de la montaña media atlántica proporcionen el contrapunto de verdor y feracidad. CASTAÑÓN J.C. y FROCHOSO, M. (2007): "La naturaleza del paisaje en el Parque Nacional de Picos de Europa", en La conservación del paisaje en los Parques Nacionales.
La Reserva de la Biosfera de Urdaibai se encuentra en la zona costera de la provincia de Vizcaya, y sus límites geográficos vienen determinados por la cuenca del rio Oka y otros tributarios menores que vierten sus aguas al estuario de Mundaka. Con sus 22.000 hectáreas de extensión, 22 términos municipales y 44.000 habitantes, esta área muestra el paisaje humanizado característico de los valles atlánticos de la vertiente cantábrica. El uso milenario de los recursos naturales, la ocupación humana del medio y la implantación de todo tipo de actividades económicas ha configurado un paisaje muy diverso, que ha sufrido severas transformaciones a lo largo sobre todo de las últimas centurias. Ello no obstante, Urdaibai y sus gentes han sabido mantener un equilibrio frágil entre la naturaleza, el medio rural y los asentamientos urbanos. Así, los ecosistemas que conforman su zona núcleo (Red Natura 2000) nos muestran el estuario y marismas de la ría de Mundaka, el bosque singular del encinar cantábrico y los hábitats característicos de nuestra costa (acantilados, playas, landas costeras) bajo la atenta mirada de la isla de Izaro, el cabo Matxitxako y el peñón de Orgoño. El área del estuario, asimismo, es espacio del Convenio RAMSAR desde el año 1992.
Si seguimos el viaje de las angulas ría adentro, y aceptamos que el hilo argumental de Urdaibai fluye con el agua que humedece y recorre toda la cuenca, nos adentraremos por el estuario a los angostos valles que forman este abrupto territorio. En este recorrido sinuoso observaremos los fondos de valle con sus prados de siega, pastizales y huertas junto a los numerosos caseríos. Los ríos nos permitirán empezar a auparnos hacia las laderas cada vez más pronunciadas que forman una vasta red fluvial, que también ha sido incluida en su totalidad en la Red Natuга 2000. Рего а partir de este punto, en las laderas de colinas y montes, las plantaciones forestales señorean sin pudor todo el espacio. Por ello, tendremos que alcanzar las estribaciones del monte Oiz y las cumbres del monte Sollube para disfrutar de los espacios amplios que se mantienen desde tiempo inmemorial como pastos de montaña. Desde estas atalayas perfectas, el amplio paisa- je nos muestra los numerosos asentamientos urbanos y rurales presentes en la cuenca. Así, las villas de Bermeo (17.000 habitantes) y de Gernika-Lumo (15.300 habitantes) concentran el grueso de la población, así como la mayoría de las actividades socioeconómicas urbanas (comercio, hostelería, servicios, turismo, industria).
Las actividades humanas en la comarca son muy variadas y, dado que Urdaibai es un hábitat humano que entro de lleno en el desarrollo industrial del pasado siglo, podemos indicar que el uso residencial, formativo, económico y de ocio cubre absolutamente todos los rincones de esta Reserva de la Biosfera. Por ello, el reto de Urdaibai es conjugar con mayúsculas las funciones de conservación y desarrollo. ARANA, X. (2006): "Urdaibai", en La Red de Reservas de la Biosfera españolas.
"¿Qué es una cliserie?", por C.Mata
Nada hacia pensar [...] que Cabañeros iba a dejar de ser una gran finca de caza, remota y desconocida por la opinión pública, y que en muy pocos años, después de que se proyectase su uso como Campo de Tiro y fuese centro de movilizaciones ciudadanas y discusiones políticas al mas alto nivel, iba a pasar, primero, a ser Parque Natural y después, con su superficie sustancialmente ampliada, ser declarada Parque Nacional. Y lo más significativo es que, pese a las diversas y dilatadas acciones efectuadas en ella por el hombre, las razones aducidas en su defensa y a favor de su protección se hayan centrado, y con razón, en su valor como espacio natural» o como «paisaje natural. Sin embargo, cuando se analizan los Planes de Uso y Gestión y los informes de los organismos encargados de su administración se observa cómo el componente antrópico de su paisaje se manifiesta con creciente claridad.
Así, ya en el primer Plan Rector del Parque Natural aprobado en 1991, poco más de tres años después de su declaración, se reconoce inadecuado un entendimiento de la protección como cierre a la presencia humana y se reconoce que no deben suprimirse las actividades tradicionalmente desarrolladas, sino que para la adecuada conservación del paisaje de Cabañeros es necesario mantener y ordenar la utilización cinegética, el descorche y la apicultura, y se encomienda a los gestores del Parque la reanudación del cultivo de cereal de secano (con turno de 10 años) en las llanadas de raña con el objeto de conservar los pastizales arbolados, impidiendo su transformación progresiva en matorrales o montes bajos. De este modo se reconoce expresamente cómo los paisajes del área protegida están dotados de unos altos valores naturales, pero derivan también de unos modos de uso humanos bien adaptados a ellos. [...]
Se entiende así cómo la mayor parte de los problemas con que hoy se enfrenta la administración del Parque Nacional derivan, además de la reciente roturación y adehesamiento de las rañas, del cese del sistema de uso tradicional, vigente hasta los años sesenta, como consecuencia de la emigración, del cerramiento de las fincas a raíz de la Ley de Caza y de la dificultad de acceso derivada de la declaración del área como espacio protegido.
[...] la conservación del paisaje en Cabañeros exige que la administración del Parque Nacional dedique una gran parte de su atención y de sus recursos a propiciar o a suplir las actividades humanas que hacían posible el mantenimiento de la composición y la estructura de su cubierta biótica: el cultivo de ciclo largo, el aprovechamiento ganadero extensivo y la poda de los pies arbóreos en las áreas de raña; y la actividad cinegética y la «exportación de reses» (tendentes al mantenimiento de una población óptima de ungulados), junto con el aclarado de los montes y la replantación o defensa de las especies más sensibles, en las áreas de sierra. Sin la realización sistemática y rigurosa de estas labores el paisaje del Parque Nacional perdería, aun ganando en naturalidad, una gran parte de su riqueza. MUÑOZ JIMÉNEZ, J. (2000): "Naturaleza e historia en el paisaje y en la protección de Cabañeros", en Estudios sobre el paisaje.
El día 25 de abril de 1998, se rompe una balsa de residuos muy tóxicos (cadmio, mercurio, cinc, plomo, arsénico...) perteneciente a la empresa sueca Boliden-Apirsa, explotadora de las minas de Aznalcóllar, derramando sobre el cauce del río Guadiamar hasta veinte millones de toneladas de vertido. Además de la importancia de sus efectos, existen otros dos argumentos que justifican el análisis y la interpretación de esta catástrofe: su especial relevancia social y periodística, otorgada por la significación mundial de Doñana como espacio natural carismático y simbólico de Europa y, por otro lado, la actualidad del acontecimiento, que le otorga un indudable valor de aprendizaje tanto al análisis de sus orígenes y consecuencias como al de la búsqueda de soluciones de sus efectos negativos que aún no ha terminado.
[...] Esta catástrofe es un acontecimiento anunciado y consecuente con un modelo de organización socio-territorial. Y puede convertirse en recurrente si no se ofrecen soluciones estructurales que cambien o controlen dicho modelo. [...] La apertura atlántica de la depresión Bética constituye una unidad territorial difícilmente divisible sin romper su estructura. Las relaciones entre los componentes de cualquier sistema territorial son básicas para el buen funcionamiento del mismo; pero aquí, como en todo espacio estuarino, marismeño o deltaico, son absolutamente fundamentales, porque sus generosas y originales biodiversidades son productos directos de la dialéctica entre contrarios (húmedo/seco, salado/dulce, rio/mar, arena/arcilla...). Así pues, la razón biogeográfica primera [...] de Doñana es ser el final de una cuenca hidrográfica. Luego la conservación de sus parques, natural y nacional, y el desarrollo de sus sociedades y territorios están directa e inexorablemente vinculados a la organización de espacios que superan con creces los límites administrativos de los propios parques. Resulta, pues, de todo punto necesario, para no comprometer la estructura, la conservación y el desarrollo de Doñana y su mundo, un tratamiento unitario y global de todo el estuario del Guadalquivir, entendido en su acepción más amplia: apertura Atlántica de la Depresión Bética o Triángulo Huelva-Sevilla-Cádiz.
Tales planteamientos [...] se fueron convirtiendo paulatinamente en el paradigma teórico oficial, desde que fueron recogidos y defendidos en el Plan Director Territorial de Coordinación de Doñana y su comarca. [...] Pero, de pronto, la catástrofe de los lodos del Guadiamar pone en evidencia que el discurso teórico [...] no ha pasado aún a convertirse en algo asumido práctica y operativamente. El grito ministerial de «Doñana se ha salvado» supone una vuelta atrás de varios lustros. El Ministerio de Medio Ambiente español no ha entendido todavía que el Parque Nacional de Doñana no puede ser concebido como una isla feliz rodeada de agresores por todas partes y, consecuentemente, no se puede salvar simplemente porque los lodos y las aguas tóxicas superficiales no traspasen sus limites administrativos. [...]. OJEDA RIVERA, J.F. (2000): Explotación de recursos naturales y orden territorial. Una lectura geográfica de la catástrofe del Guadiamar.
Paisajes naturales por Biogeografía.net, MITECO, Universidad de Cantabria, Atlas Nacional IGN, Geohistoarteducativa, Actticsociales, Yucaan e I.Buzo.
Cliseries por Atlas Nacional IGN y Atlas didáctico IGN.
Suelos por Yucaan,
SA04-T03. Factores geográficos y características de la vegetación. Formaciones vegetales españolas y su distribución + conceptos.
Guiones para el comentario de una cliserie altitudinal y de una fotografía de un paisaje natural dominios [2ºBach].
Audiovisuales "Vegetación atlántica, mediterránea, de ribera, montaña y canaria" por C.Mata; "Comentario y elaboración de cliserie", "Los paisajes naturales españoles" y "Comentario de un paisaje natural" por Canal de Historia; "Análisis de una cliserie" por J.M.Fernández Castillo; "Árboles de España" por History of Spain; "Comentario de un paisaje natural" por ConMdehistoria.
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