Las razones que impulsaron en un principio la creación de las Comunidades Europeas se centraban fundamentalmente en la necesidad de crear un marco común de cooperación entre Estados que hasta pocos años antes se habían enfrentado [...]. Paralelamente, este marco de cooperación debería garantizar la estabilidad democrática en aras de evitar la reproducción de los movimientos de carácter fascista de los años treinta, que tanto daño habían causado para la paz en Europa, al igual que frenar la expansión del sistema totalitario imperante en la Europa oriental. Finalmente, la cooperación estable entre Estados tendería a favorecer el progreso, erradicando para siempre los episodios de hambre en Europa y promoviendo el crecimiento económico. PUYOL, R. y VINUESA, J. (1995): La Unión Europea.
S.M. el rey de los Belgas, el presidente de la República Federal de Alemania, el presidente de la República francesa, el presidente de la República italiana, S. A. R. la Gran Duquesa de Luxemburgo, y S. M., la reina de los Países Bajos. Resueltos a resolver los fundamentos de una unión cada vez más estrecha entre los pueblos europeos; decididos a asegurar por una acción común en progreso económico y social de sus países, eliminando las barreras que dividen a Europa; considerando como meta esencial de sus esfuerzos la mejora constante de las condiciones de vida y de trabajo de sus pueblos; conociendo que la eliminación de los obstáculos existentes exige una acción concertada con objeto de garantizar la estabilidad en la expansión, el equilibrio en los intercambios y la lealtad en la competencia; preocupados por fortalecer la unidad de sus economías y de asegurar el desarrollo armónico de las mismas reduciendo las diferencias entre las diferentes regiones y el retrase de las menos favorecidas; resueltos a afirmar, mediante la constitución de ese conjunto de recursos, la salvaguardia de la paz y de la libertad, invitando a los demás pueblos de Europa que compartan este ideal común a asociarse en su esfuerzo; han decidido crear una Comunidad Económica Europea. TRATADO DE ROMA (25 marzo 1957).
Damos hoy un paso de importancia histórica para España y para Europa. Al estampar nuestras firmas en el tratado de adhesión a las comunidades europeas, hemos puesto un jalón fundamental […] para superar el aislamiento secular de España. Estamos contribuyendo a hacer realidad los propósitos expresados en el preámbulo del Tratado de Roma, en el cual los fundadores de la comunidad se declararon resueltos a consolidar la defensa de la paz y de la libertad […]. Pronto se han de cumplir ocho años desde que el gobierno democrático surgido de las elecciones del 15 de junio de 1977 solicitara oficialmente la apertura de las negociaciones con la comunidad europea con vistas a la integración de España como miembro de pleno derecho. […]. El objetivo de nuestro ingreso en la Europa comunitaria era una cuestión de estado porque reflejaba el deseo abrumadoramente mayoritario de los ciudadanos españoles; para ellos la integración de España en Europa se ha identificado con la participación en los ideales de libertad, de progreso y de democracia. Con anterioridad, otros españoles […] aportaron su esfuerzo y su clarividencia en momentos decisivos para la construcción europea, y asistieron […] a los congresos de La Haya en 1948 y de Múnich en 1962. También deseo recordar a aquellos que, con entrega ejemplar, desde el acuerdo de 1970 hasta hoy, han participado en la negociación que hoy culmina con la reincorporación de España al entorno natural al que pertenece. Es cierto que, para nuestra realidad económica y social, supone un desafío de modernidad, exige un cambio de mentalidad y un cambio de estructuras. Sera un esfuerzo de adaptación aun mayor que el que han hecho en su día los países fundadores de la Europa comunitaria, porque nos sumamos con retraso a un proceso ya en marcha. GONZÁLEZ, F. (1985): Discurso de Felipe González en la ceremonia de la firma del "Tratado de Adhesión Madrid", 12 de junio [Adhesión de España a la CEE].
Artículo A: Por el presente Tratado, las Altas Partes Contratantes constituyen entre sí una Unión Europea, en lo sucesivo denominada "Unión". El presente Tratado constituye una nueva etapa en el proceso creador de una Unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa, en la cual las decisiones serán tomadas de la forma más próxima posible a los ciudadanos. La Unión tiene su fundamento en las Comunidades Europeas completadas con las políticas y formas de cooperación establecidas por el presente Tratado. Tendrá por misión organizar de modo coherente y solidario las relaciones entre los Estados miembros y entre sus pueblos.
Artículo B: La Unión tendrá los siguientes objetivos:
⁃ Promover un progreso económico y social equilibrado y sostenible, principalmente mediante la creación de un espacio sin fronteras interiores, el fortalecimiento de la cohesión económica y social y el establecimiento de una unión económica monetaria que implicará, en su momento, una moneda única, conforme a las disposiciones del presente Tratado.
⁃ Afirmar su identidad en el ámbito internacional, en particular mediante la realización de una política exterior y de seguridad común que incluya, en el futuro, la definición de una política de defensa común que podría conducir, en su momento, a una defensa común.
⁃ Reforzar la protección de los derechos e intereses de los nacionales de sus Estados miembros, mediante la creación de una ciudadanía de la Unión.
- Desarrollar una cooperación estrecha en el ámbito de la justicia y de los asuntos de interior.
⁃ Mantener íntegramente el acervo comunitario y desarrollarlo con el fin de examinar [...], la medida en que las políticas y formas de cooperación establecidas en el presente Tratado deben ser revisadas, para asegurar la eficacia de los mecanismos e instituciones comunitarios.[..]
Artículo C: La Unión tendrá un marco institucional único que garantizará la coherencia y la continuidad de las acciones llevadas a cabo para alcanzar sus objetivos, dentro del respeto y del desarrollo del acervo comunitario. [...]
Artículo D: El Consejo Europeo dará a la Unión los impulsos necesarios para su desarrollo y definirá sus orientaciones políticas generales. El Consejo Europeo estará compuesto por los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros, así como por el presidente de la Comisión. Estos estarán asistidos por los Ministros de Asuntos Exteriores de los Estados miembros y por un miembro de la Comisión. [...]
Artículo F: 1. La Unión respetará la identidad nacional de sus Estados miembros, cuyos sistemas de gobierno se basarán en los principios democráticos. TRATADO DE MAASTRICHT (1992).
En los primeros años la estrategia general de la posición española en la Unión no experimentó cambios sustanciales. Con independencia de las alternancias de su política interna, los representantes españoles en las instituciones comunitarias defendieron las mismas políticas de integración y modernización, destacando en su apoyo a la unión económica y monetaria, la política exterior y de seguridad común o la política de defensa. A lo largo de este periodo, tanto Felipe González como José María Aznar, su sucesor en la Presidencia del Gobierno, respaldaron en el Consejo Europeo la ampliación al Este, las medidas contra el terrorismo y la delincuencia y, en el aspecto financiero, se empeñaron en la consecución y posterior mantenimiento de los Fondos Estructurales y de Cohesión, que contribuyeron de forma significativa al crecimiento de la economía española. En definitiva, la gestión europea de ambos Jefes de Gobierno se caracterizó por un mismo objetivo: lograr el reconocimiento de España como uno de los cinco grandes de la Unión y reforzar esta posición en tanto se sucedían las ampliaciones. FERNÁNDEZ , J. M. (2016): España en la Unión Europea.
"La creación de la UE" de Academia Play.
A partir de hoy el Tratado de Lisboa nos señala el rumbo político a 500 millones de personas. Es el Tratado pensado para darle un proyecto a Europa más allá de sus fronteras continentales. Para permitirle ampliar su influencia sobre, y recibir la influencia de, ese mundo globalizado, este sí, sin fronteras. La elección de un presidente permanente de la Unión, de una ministra de Asuntos Exteriores, al frente de un servicio diplomático europeo, la elección de una nueva Comisión Europea de 27 comisarios y la elección del Parlamento Europeo más poderoso de la historia, marcan una nueva época. [...] Qué contraste con la singular y azarosa trayectoria de la Unión Europea, y con su imagen. Hay una leyenda pesimista de la que la Unión no ha sido capaz de desembarazarse en sus primeros 50 años, desde el Tratado de Roma de 1957. Es la leyenda de la impotencia. Cuando era un mercado común se la llamaba la Europa de los mercaderes, o de los agricultores subsidiados. Cuando se inventó la Unión Monetaria y el euro, se le achacó ser productora de inflación. Luego, los Tratados de Ámsterdam y Niza fueron vituperados por ineficientes. [...] Con el Tratado de Lisboa, la Unión Europea [...] podrá plantearse lo que nunca se ha hecho: una política de coordinación del crecimiento. [...] La Unión va a poder decidir coordinadamente la política económica que proponer al gobierno del mundo, el G-20. La UE tendrá las instituciones para crear y conducir esa política exterior común que hoy no tiene, o que solo se diseña débilmente, sin llegar a aplicarla de verdad. [...] Eso que hasta ahora no estaba a nuestro alcance, está en el Tratado de Lisboa que hoy inicia su vida. Es el Tratado más avanzado y de mayor alcance democrático desde que las comunidades europeas nacieron hace 50 años. El Tratado que cambia a la Unión porque le permite que pueda aspirar a ser lo que quiere ser. [...] Los ciudadanos de los 27 países dicen que prefieren un solo ejército y una sola política exterior y de seguridad, pero sus dirigentes políticos se han negado a ir en esa dirección en demasiadas ocasiones. El Tratado de Lisboa debe configurar la Europa de los ciudadanos, es el símbolo de los deseos ocultos de no dejar que la vieja Europa entre en la más triste decadencia por falta de ideales europeístas. LÓPEZ GARRIDO, D. (2009): Europa cambia hoy, en El País, 1 de diciembre.
¿Cómo funcionan las instituciones de la UE? de El liberal.