Actualizado a 6 de marzo de 2025

Demografía

El fenómeno conocido como «baby-boom» y generalizado en muchos países europeos tras la II Guerra Mundial, además de EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda y otros países que no participaron en esa contienda bélica, también afectó a España, aunque lleva unos diez años de retraso y es de menor entidad. Este momento histórico, compartido por muchos países y territorios, se caracterizó por un fuerte aumento de la fecundidad. Entre 1957-1977, periodo aproximado que podría ser considerado como los años del «baby-boom» español, nacieron casi 14 millones de niños (una media anual por encima de los 640.000 nacimientos), 4,5 millones más que en los veinte años siguientes y 2,5 más que en los veinte años anteriores. Esas generaciones representan actualmente un tercio de toda la población de España. [...]
Un rápido descenso de la mortalidad infantil, incluso en años previos a este fenómeno, dio mayor supervivencia a unas generaciones ya abultadas por la histórica alta fecundidad española. Una mortalidad decreciente en el resto de edades, en especial en torno a los 70-80 años, incrementa notablemente el número de personas de edad y su longevidad. La tasa de fecundidad ha descendido muy rápidamente, tras los 20 años de «baby boom», una de las más bajas del mundo, con lo que el peso demográfico de los mayores de esta generación se ha mantenido en el conjunto.
Se ha llamado la atención sobre los efectos de la llegada de generaciones del «baby boom» a la edad de jubilación, hacia la tercera década del siglo (2020). El efecto de estas será tan importante como lo fue su paso por el sistema educativo, con déficit de equipamientos y dotaciones escolares, con la imposibilidad de reducir el tamaño de los cursos en unos casos o dividiéndolos en condiciones precarias en Institutos y Universidades. También sufrió, esa generación especial, la entrada en el mercado de trabajo; los nacidos en los sesenta estaban en edad de trabajar en los ochenta, por lo que muchas personas se dispusieron en un mismo momento a buscar trabajo. Esto se tradujo en problemas y tensiones en el mercado laboral, que, finalmente, condujeron a una precarización del empleo. con la erosión del trabajo fijo, la masiva extensión del trabajo temporal y los contratos basura, problemas que en la actualidad siguen siendo parte del debate social.
Pues bien, esas cohortes crecidas tendrán una presión importante sobre los sistemas de protección social y también tendrán una presión importante sobre los programas requeridos para cuando esa población ya haya envejecido. El aviso de estos efectos ofrece una oportunidad a los responsables de las políticas sociales para preparar el envejecimiento de los componentes de esas cohortes. DEL BARRIO TRUCHADO, E. y ABELLAN GARCÍA, A. (2006): "Indicadores demográficos", en Las personas mayores en España. Informe 2006.

"Población de España" por Yucaan.

En los últimos treinta años la población de más de 65 años se ha duplicado aumentando en 3,6 millones. Mientras que la población española ha crecido en ese periodo con una tasa anual de 0,63 por ciento, los mayores de sesenta y cinco años lo han hecho con un ritmo cuatro veces mayor. Pero el proceso es aún más dinámico si lo referimos al grupo de los más longevos. El ritmo de crecimiento de los mayores de 85 años es seis veces mayor que el del conjunto de la población española. De los quinientos mil habitantes que había en 1970 se ha pasado a casi un millón seiscientos.
Al analizar el proceso de envejecimiento, además de medir los cambios de cantidades, habría que esforzarse en revisar los conceptos. Por ejemplo, un español de 65 años en el 2003 presenta notables diferencias (biológicas, psicológicas, sociales, económicas...) con un individuo de esa misma edad en la España de 1950 y, previsiblemente, aún será menos equiparable a un sexagenario de 2050.
Obviamente, una precisión necesaria será establecer las edades que delimitan el grupo de personas mayores y de los otros grupos de edad con los que se establecen comparaciones. Los agrupamientos al uso (jóvenes (0-14), adultos (15-64) y viejos (65 y más)], [...] son obviamente insuficientes, porque, si ya no sirven, por simples e inadecuados, para reflejar la realidad actual, mucho menos valdrán para realizar valoraciones [...] del futuro.
Pasar por alto alguna de estas obviedades, como se hace con frecuencia, conduce inevitablemente a valoraciones del proceso de envejecimiento de la población, cuando menos, incorrectas. [...] En relación con las miradas hacia las alarmantes consecuencias futuras del proceso de envejecimiento no es suficiente con las simples extrapolaciones y es imprescindible valorar los nuevos modelos demográficos dentro de un contexto muy diferente al actual.
Para valorar la capacidad de reemplazo de una generación hay que tener en cuenta, además de la población en edad de trabajar, las tasas de actividad. Por lo que se refiere a la edad de trabajar hay que pensar, cosa que no se hace en muchas de las valoraciones al uso, que sus limites cambian con el tiempo. Tanto la edad de incorporación como la de abandono de la actividad habrán de cambiar mucho en el futuro, como lo han hecho en el pasado y, simplemente, moviendo estos límites de edad, se puede modificar sustancialmente la capacidad de reemplazo.
Hablando de la tasa de actividad, que también suele pasarse por alto, solo recordar que aplicando la tasa actual de actividad femenina de la UE a la población española se añadirían al mercado de trabajo más de millón y medio de mujeres activas. Al preocuparse por la disminución de la relación trabajador-pensionista debida al envejecimiento de la estructura demográfica, se echan en falta reflexiones sobre la causa de las bajas tasas de actividad femenina y sus perspectivas de futuro, necesariamente al alza. VINUESA, J. (2004): "Análisis del envejecimiento demográfico", Encuentros multidisciplinares, vol.6, n.º16.

Pirámides de población de España (1995, 2021 y 2060)

Hasta mediados de la década de 1980 la presencia de extranjeros en España fue poco relevante. En 1975 su número era de 165.000 y representaban el 0,4% de la población total del país. De ellos, unos 103.000 llegaban de Europa. Eran jubilados, profesionales y técnicos vinculados a empresas y actividades del sector terciario. Procedían sobre todo de Gran Bretaña, Alemania y Francia; además se daba una pequeña inmigración de trabajadores poco cualificados desde Portugal. De América provenían cerca de 50.000; los países de mayor afluencia eran Estados Unidos, Cuba, Venezuela, Argentina y Chile. Los que llegaban de Asia y de África representaban cantidades pequeñas, unos 9.000 en el primer caso y 3.300 en el segundo. Sin embargo, en treinta años esa presencia se ha incrementado de manera exponencial, a la vez que se han producido cambios significativos en sus características y procedencia. De acuerdo con los últimos datos oficiales del padrón municipal de junio de 2005, en esta fecha había 4.229.113 inmigrantes que representaban el 9,5% de una población que entonces alcanzaba los 44 millones de habitantes. De 2000 a 2005 la inmigración ha aumentado un promedio de medio millón de personas por año. Si esta tendencia se mantiene, el volumen de población residente en España en el 2010 superará los siete millones de personas, lo que podría suponer en torno al 16% de la población.
Las causas que motivan esta inmigración son diferentes si se tiene en cuenta el lugar de origen. Para los inmigrantes de la Europa comunitaria no existen factores de expulsión en sus países, ya que las condiciones de vida son superiores o similares a las de España. Por otra parte, siguen presentando el mismo perfil que hace tres décadas. Los procedentes de la Europa del Este abandonan sus países empujados por el desempleo y la precariedad de los salarios. Al pertenecer a los sectores de población con menos recursos, han quedado desprotegidos en el tránsito de la sociedad comunista a la capitalista tras la caída del muro de Berlín. En los restantes casos de inmigrantes extracomunitarios, los desajustes entre población y recursos disponibles constituyen los mecanismos principales de expulsión. Pero no solo esto, el desarrollo y la opulencia de los países ricos que los habitantes del Tercer Mundo contemplan en las imágenes que les transmite la televisión, actúan como fuertes incentivos para buscar en ellos unas mejores condiciones de vida. Una situación que se acentúa en los países del continente africano, sometidos a altas tasas de natalidad, niveles muy elevados de pobreza, terribles hambrunas, cruentas guerras y factores climáticos y naturales adversos como las sequías o plagas de langosta. Estos elementos negativos, unidos a una falta total de expectativas de todo tipo, lanzan a los jóvenes africanos a un peligroso viaje que tiene como horizonte el falso paraíso de los países del Norte. El problema está en la forma de llegar porque, en el caso de España, lo cierto es que una gran parte de los inmigrantes que vienen lo hacen por una vía irregular, fenómeno tan patente que, entre 1985 y 2005, el gobierno ha regularizado en cinco ocasiones a una buena parte de los inmigrantes ilegales. ALTED, A. (2006): "España, de país emigrante a país de inmigración", en De la España que emigra a la España que acoge.

"Gráfica de evolución histórica población europea 400 a.C. - 2024" de Gozhda.

Las previsiones andan de riña con la realidad desde que estalló la crisis. La velocidad del deterioro económico deja atrás cualquier estimación, oficial o privada. Parte del brutal ajuste del mercado laboral español en los últimos meses también ha escapado al radar de los expertos. Y los últimos datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), como la evolución de la población activa, vuelven a cuestionar los pronósticos. Singularmente, el del Gobierno. El vertiginoso aumento de la tasa de paro es reflejo de una tensión poco corriente. Desde el inicio de la democracia, nunca se perdieron tantos puestos de trabajo como en el último trimestre de 2008, un síntoma de que la recesión coge cuerpo a marchas forzadas. Pero, al mismo tiempo, nunca tanta gente había dicho a los encuestadores del INE que tiene empleo o lo busca. En el último trimestre de 2008, la proporción de activos entre los mayores de 16 años superó por primera vez el 60%. Y el volumen total de la población activa, los 23 millones de personas.
El crecimiento de la población activa cuando la economía se contrae no es un fenómeno extraño en el arranque de una crisis, pero sí su persistencia. Hasta el punto de desbaratar la estimación del Gobierno sobre lo que ocurrió en 2008. El Ministerio de Economía sostuvo hace una semana que la tasa de paro media del año pasado era del 11,1%. Lo hizo cuando conocía lo que pasó en los tres primeros trimestres y cuando contaba con muchos datos sobre la evolución económica entre octubre y diciembre. Y, aun así, erró: la tasa de paro fue superior a lo previsto en el cuarto trimestre y el promedio de 2008 llegó al 11,3%. El Gobierno sí acertó al cuantificar la destrucción de empleo, estrechamente ligada al retroceso del PIB.
Pero la población activa sobrepasó los vaticinios del Ministerio. Anticipar cuántas personas van a buscar trabajo de forma activa es ahora clave en cualquier previsión sobre el mercado laboral. Y la falta de precedentes sobre algunos fenómenos (inmigración, incorporación de la mujer) convierte ese cálculo en una tirada de dados.
La crisis desata dos fenómenos de signo contrario: hay personas que quieren trabajar, pero dejan de buscar empleo ante la falta de oportunidades. En otros hogares, sin embargo, al pasar al paro uno de sus integrantes, hay familiares que se ponen a buscar trabajo. En el cuarto trimestre de 2008, el efecto desánimo se intuye entre los jóvenes españoles (hay 50.000 activos menos respecto al mismo periodo de 2007). El efecto del trabajador añadido se percibe en el fenomenal incremento de la población activa femenina (buscan trabajo medio millón de mujeres más), que explica más del 70% del repunte de la población activa total. El alza de los hogares (385.000 familias más, casi el doble) con todos sus miembros en paro es paralelo a la necesidad creciente de encontrar trabajo. En cuanto a la inmigración, las cifras son concluyentes: la incorporación al mercado laboral español sigue al alza, pese a la crisis y las medidas restrictivas. BOLAÑOS, A. (2009): "La fortaleza de la población activa desafía las previsiones de Solbes", en El País, 24 de enero.

Mapa densidad poblacional España

Bases de datos de pirámides población de Estado Español y las comunidades autónomas, por Instituto Nacional de Estadística e Instituto Nacional de Salud; y de países del Mundo por PopulationPyramid.net y Datosmacro.
Guion para el comentario de una pirámide de población [2ºBach].
Entrada complementaria "España, un país de migrantes".
PBL "Árbol genealógico familiar" [3ºESO y 2ºBach].
- Requisitos mínimos: hasta bisabuelos; nombre completo con 2 apellidos; fecha y lugar de nacimiento y defunción (en su caso); y ocupación laboral principal.
- Soporte: papel (véase plantillas) o digital (canva, word, lucidchart, adobe, creately, My family tree, family echo o genially).
PRÁCTICAPartes del DNI de España [3ºESO, FOPP y 2ºBach].
FUENTES: El orden mundial e INE.