Actualizado a 08 de abril de 2024

La conquista romana de la Península Ibérica


Andóbal [Indíbil] y Mandonio eran por aquel tiempo los dinastas más poderosos entre los íberos y de quienes se opinaba que eran los amigos más fieles de los cartagineses. Desde hacía tiempo, empero, estaban disgustados. Buscaban la ocasión de sublevarse desde que Asdrúbal, por desconfianza hacia ellos, les había exigido el pago de una gran suma de dinero y la entrega de sus mujeres e hijas como rehenes [...]. Pensando que aquel era un momento oportuno, sacaron su ejército el campamento de los cartagineses durante la noche y se retiraron a unos lugares escarpados donde podían defenderse con seguridad. Tras este hecho, la mayoría de los íberos desertaron de Asdrúbal, ya que desde hacía tiempo estaban molestos por la arrogancia de los cartagineses [...]. Escipión devolvió sus hijas a los ilergetes, y al día siguiente hizo un tratado con ellos. Lo esencial de este acuerdo era que habían de seguir a los jefes romanos y obedecer sus órdenes. Firmaron el tratado y se retiraron a sus campamentos. POLIBIO (): Historias, X, 35,6 y 38, 4.

Después derrotó de igual manera y persiguió al resto del ejército, desplegado en orden de batalla por Serviliano. Lo acorraló en un precipicio, de donde no había escape posible para los romanos, pero Viriato no se mostró altanero en este momento de buena fortuna sino que, por el contrario, considerando que era una buena ocasión de poner fin a la guerra mediante un acto de generosidad notable, hizo un pacto con ellos y el pueblo romano lo ratificó: que Viriato era amigo del pueblo romano y que todos los que estaban bajo su mandato [Lusitanos, Vettones o Turdetanos] eran dueños de la tierra que ocupaban. De este modo parecía que había terminado la guerra de Viriato, que resultó la más difícil para los romanos, gracias a un acto de generosidad. Sin embargo, los acuerdos no duraron ni siquiera un breve espacio de tiempo, pues Cepión, hermano y sucesor en el mando de Serviliano, el autor del pacto, denunció el mismo y envió cartas afirmando que era el más indigno para los romanos. El senado en un principio convino con él en que hostigara a ocultas a Viriato como estimara oportuno. […] Viriato envió a sus amigos más fieles, Audax, Ditalcón y Minuro, a Cepión para negociar los acuerdos de paz. Éstos, sobornados por Cepión con grandes regalos y muchas promesas, le dieron su palabra de matar a Viriato. Y lo llevaron a cabo de la manera siguiente. Viriato, debido a sus trabajos y preocupaciones, dormía muy poco y las más de las veces descansaba armado para estar dispuesto a todo de inmediato, en caso de ser despertado. Por este motivo, le estaba permitido a sus amigos visitarle durante la noche. Gracias a esta costumbre, también en esta ocasión los socios de Audax aguardándole, penetraron en su tienda en el primer sueño, so pretexto de un asunto urgente, y lo hirieron de muerte en el cuello que era el único lugar no protegido por la armadura. Sin que nadie se percatara de lo ocurrido a causa de lo certero del golpe, escaparon al lado de Cepión y reclamaron la recompensa. Éste en ese mismo momento les permitió disfrutar sin miedo de lo que poseían, pero en lo tocante a sus demandas los envió a RomaAPIANO (s. II): Historia de Roma: Sobre Iberia, 69, 70 y 74

Mapa conquista romana de la PI

Y después de establecer siete fuertes en torno a la ciudad, [Escipión Emiliano comenzó] el asedio […] A continuación, designó un jefe para cada una de esas partes y ordenó rodear la ciudad de una zanja y una empalizada. La circunferencia de Numancia era de veinticuatro estadios, y aquélla de los trabajos de circunvalación, de más del doble de esa cifra. [… Posteriormente] cavó otro foso detrás, no lejos de aquél, lo fortificó con una empalizada y construyó un muro de ocho pies de ancho y diez de alto sin contar la almenas. Erigió torreones a lo largo de todo este muro, a intervalos de cien pies. Como no le fue posible prolongar el muro de circunvalación alrededor de la laguna adyacente, la rodeó de un terraplén de igual anchura y altura que las de la muralla para que sirviera a manera de muralla." APIANO (): Historia de Roma: Sobre Iberia, 90.

"Pueblos perromanos", de Pero esto es otra historia.

Augusto combatió contra los Astures y los Cántabros; pero como éstos ni se les acercaban, resguardándose siempre en sus picachos, ni se ponían a su alcance, a causa de su inferioridad numérica y también por usar la mayoría de ellos armas arrojadizas, causándole además muchas molestias si alguna vez se ponía en camino, ocupando los lugares favorables y emboscándose en las hondonadas y en los bosques, se encontró en un embarazo extremo. La fatiga y las preocupaciones le hicieron enfermar y tuvo que retirarse a Tarraco para reponerse. Cayo Antistio continuó la lucha y la llevó a un término completo, no porque fuese mejor general que Augusto, sino porque los bárbaros, despreciándole, salieron al encuentro de los romanos y fueron derrotados. Así éste tomó algunas ciudades y después Tito Carisio conquistó la ciudad de Lancia, que había sido abandonada, y sometió muchas otras. 
Terminada esta guerra. Augusto licenció a los más veteranos de sus soldados y les concedió que fundasen una ciudad en Lusitania, llamada Emérita Augusta [...] De los cántabros no se cogieron muchos prisioneros; pues cuando desesperaron de su libertad no quisieron soportar más la vida, sino que incendiaron antes sus murallas, unos se degollaron, otros quisieron perecer en las mismas llamas, otros ingirieron un veneno de común acuerdo, de modo que la mayor parte y la más belicosa pereció. Los astures, tan pronto como fueron rechazados de un lugar que asediaban y vencidos después en batalla, no resistieron más y se sometieron enseguida. Agripa se trasladó a Hispania. Pues los cántabros hechos prisioneros en la guerra y vendidos como esclavos, asesinaron a sus dueños y se fueron a sus casas; convenciendo a muchos, tomaron y fortificaron unas posiciones y se prepararon a asaltar las guarniciones romanas. Al marchar Agripa contra ellos [...] a éstos pudo reducirlos rápidamente a la disciplina [...] pero contra los cántabros sufrió bastantes contratiempos. Pues su esclavitud con los romanos les había dado experiencia y sabían que, de ser cogidos, ni tan sólo salvarían la vida. DION CASIO (): Historia romana, 53, 22 - 56, 43.


Las grandes potencias se disputan Iberia; de la serie Memoria de España.

BLÁZQUEZ, J. M. (1962-1963): El impacto de la conquista de Hispania en Roma.
Recopilación de fuentes históricas de la conquista romana; por Attalus [english]; y de Numismástica Íbera y Celtíbera por Denario.org. 
Glosario de Unidades 12-14 de Geografía e Historia de 1º ESO [VV].
Audiovisuales "
Numancia", "El día que Numancia resurgió de sus cenizas"; "Numancia y lo celtíbero" de Soria tv; "Areva, una mujer de Numancia" del Museo Arqueológico Nacional; "Los íberos" del Museo de Arte Ibérico El Cigarralejo; "Celtas e Íberos" de Artehistoria; "Campamento romano" de E. Barragán; "Hispania" por Arqueomanía de Rtve; "Aula arqueológica de Garray"; "Pueblos prerromanos y romanización de España" por Esto es otra Historia; y videoclip "Numancia" por Saldui.
Podcasts "Catón el viejo""El sitio de Numancia""Quinto Sertorio""Guerras cántabras" y "Corocotta vs Octavio Augusto" de Pasajes de la Historia de J. A. Cebrián; "Numancia" de Ser Historia; "Numancia" de Histocast"Las Guerras Cántabras" de El abrazo del oso; y "La conquista de Hispania" de Olimpodcast.; y "Numancia" de La escafandra.
Actividades: Los jinetes ibéricosWebquest "Numancia" e "Hispania, el juego".
Cuaderno didáctico "La conquista de Hispania" por Museo Arqueológico Municipal de Cartagena.
FUENTESAPIANOHistoria de Roma: Sobre IberiaDION CASIOHistoria romanaTesorillo; y Sala de historia.